Así
deberían estar los que meten la mano donde no deben en un país decente. Y más
liquidados aún quienes promueven y sostienen tal estado de cosas. En la corta
historia de nuestra democracia hemos tenido ejemplos de tan lamentable
situación en demasiados partidos políticos, y contra lo que la decencia, la
vergüenza y el sentido común dictan, nunca ha ocurrido lo que debería. Es
decir, que tanto los pringados directamente como quienes han convivido con
ellos siendo responsables de tales organizaciones políticas ni han dimitido,
mal menor, ni han ido a contar días a donde deberían haber ido, que no es otro
sitio que un encierro digno y de duración suficiente para que reflexionen y
sirvan de escarmiento ejemplar. Y así ha sido y sigue siéndolo con escasísimas
excepciones a pesar del tremendo daño que hacen al país al que dicen servir y a
los ciudadanos que los mantienen con sus impuestos.
Un suponer
Ustedes
imaginen que nos enteramos de que cualquier jefe de gobierno de cualquier país
de nuestro entorno ha estado cobrando dinero negro de su partido en una etapa
anterior a ocupar el puesto que ahora ostenta. Pensaríamos, sin duda, que ese sujeto es un sinvergüenza, su partido
una cueva de chorizos y el país que aguanta tal cosa sin que dimita y el
partido haga una profunda remodelación de estructuras y de principios, además
de pedir los perdones correspondientes y devolver el dinero sustraído a la
hacienda pública, una nación sin convicciones morales de ningún tipo y sus
ciudadanos una manada de borregos.
Pues
eso mismo es lo que puede pasar con España por el camino que vamos. Ojalá no
demos lugar a que individuos de la
catadura del presidente actual de Venezuela, un espécimen que atiende por Maduro, se permitan seguir diciendo a
los cuatro vientos que pueden detener el avión en que viaje Rajoy para ver si lleva a bordo el
dinero que roba a los españoles. La clave de todo ello va estar en el resultado
final que arroje el asunto de los papeles del extesorero del PP; que tengamos
suerte y todo sea falso.
Deducción lógica
Sin
prejuzgar que sean reales o no las acusaciones del tal Bárcenas y la autenticidad de sus manoseados papeles, hay sin
embargo una reflexión lógica que aclara bastante la verosimilitud de este nuevo
escándalo económico político.
Veamos,
si tan limpios de toda iniquidad están Rajoy y compañía no se entiende que sólo
cuando el antiguo tesorero del PP ha dado con sus huesos en la cárcel y empieza
a soltar lastre mal oliente amenazando con más porquería, sea cuando empiezan a
llamarle delincuente y otras maldades. Lo natural hubiera sido que desde el
principio, hace ya unos cuantos meses, le hubieran puesto una querella por
calumnias, al menos, cuando no por otras cosas mayores. ¿O es que no les chocaba
lo de que este individuo tuviera tantos millones de euros fuera de España
sabiendo a lo que se había dedicado durante los últimos veinte años? Porque no
creo que los altos cargos del partido puedan amasar trabajando honestamente las
docenas de millones del elemento en cuestión.
Lo
que nos dicta el sentido común es que durante todo este tiempo han estado
pasteleando con él, con el compañero Arenas
como pastelero mayor del reino de por
medio junto con otros compinches haciendo de hombres buenos para evitar males
mayores para toda la banda ¿O no? Y este pequeño detalle producto de un
razonamiento de lo más corriente nos lleva a la triste conclusión del
refranero: “cuando el río suena, agua lleva”.
Nadie
en su juicio normal puede creerse que en España se puede amenazar al Presidente
del Gobierno y al partido que lo sustenta con temas tan criminales sin recibir
a cambio una querella como una catedral, cuando no fuera también acompañada de
otras acciones más tajantes en lo inmediato. Y el individuo que ahora les tiene
en jaque lleva haciéndolo demasiado tiempo sin que ninguno de los aludidos haya
tomado las medidas drásticas que cualquier persona normal hubiese acometido. Conclusión,
siguiendo la lógica: en lo que muestran los dichosos papeles hay más de verdad
que de mentira. Por eso, como dice la canción, hay muchos y muy notables trincones
entonando eso de ¡’Mieeedo, teeengo mieeedo’!
Capados de futuro
De
todos modos, en el pecado llevan la penitencia. Porque dudo mucho que en el
futuro inmediato sepamos la verdad de toda la inmundicia que ahora tira por
tierra la imagen de España y de sus soportes políticos, y mucho más que alguien
pague las obligadas consecuencias que debería, pero lo que sí tengo claro es
que toda esa gente que aparecen señalados en los papeles de marras están
también listos de papeles del mañana. Esta gente tiene el futuro político más
negro que una noche sin luna.
Y
claro, ahora se trata de repartir estopa para todos lados. Que si Aznar en la sombra, que si Aguirre azuzando, que si Gallardón a la espera, que si raras
conspiraciones de no se sabe muy bien quién para cargarse a Rajoy, etc.; los
movimientos deslavazados y nerviosos del que huele su propia chamusquina o quiere
hacer méritos ante los jefes y no tiene
otros argumentos para defender la posición.
Un disparate indignante
Lo
más indignante, sin embargo, no son las excusas baratas de los anteriores, sino
que un dirigente como González Pons
tenga la impiedad y desvergüenza, por no usar palabras mayores, de decir que el
PP es Miguel Ángel Blanco (qepd) y no
Bárcenas. ¿Cabe mayor indignidad? Deje usted con Dios a los que a fin de
cuentas pagaron con la vida su honesta militancia, vilmente asesinados por
criminales sin perdón humano posible, y no los mezcle con personajes de larga y
siniestra mano que ustedes mismos, sin
que nadie les obligara, han mantenido en el partido en puestos de la
máxima confianza y muy bien pagados por cierto hasta hace
cuatro días. Se ha cubierto usted de miseria, D. Esteban. ¿Tanto tiene que
tapar?