Como siempre, una ficha técnica:Libro: Fiebre (Fever, 2012)Autor: Lauren DeStefanoEditorial: PuckGénero: ciencia ficción juvenil, distopía, romanceAño de publicación: octubre 2012Páginas: 351Edición: tapa blanda con solapasWeb: Lauren DeStefanoExtras: BooktrailerValoración: 8/10
¿De qué trata?Con ayuda de Gabriel, Rhine ha logrado escapar de la mansión y del terrible destino que la aguardaba en Efímera. Pero en el exterior se encuentran con un mundo incluso más aterrador que el que dejaron atrás. Entre los peligros que los aguardan, caen en un burdel dirigido por una cruel y demente tirana. Una vez más, Rhine debe hacerse pasar por una chica dócil mientras planea su escape. Los dos están decididos a llegar a Manhattan, donde tal vez puedan encontrar la paz viviendo con Rowan, el hermano mellizo de Rhine. Pero el camino es largo y peligroso, y además deben eludir los intentos de Vaughn, el suegro de Rhine, de regresarla a la mansión cueste lo que cueste. Y en un mundo donde las mujeres viven hasta los veinte años y los hombres hasta los veinticinco, el tiempo vale mucho más que el oro.
El Jardín Químico 2/3: Efímera // Fiebre // Ruptura
Hoy decidido hablaros de la segunda parte de la trilogía de El Jardín Químico, porque su primera parte, Efímera, me cautivó por completo, y ya estoy más que preparada a para devorar Ruptura en cuanto nos llegue por estos lares. Además, porque mucho se ha dicho de la presente segunda parte, que si era carente de acción, de sentido y un tanto densa; para mí, ha sido una excelsa continuación que no ha hecho más que dejarme hambrienta.
En Fiebre, escapamos de la jaula en la que se encontraba Rhine, la Mansión, para aletear febrilmente las alas en el exterior y acabar en un burdel a pie de una feria, donde nuestros protagonistas se ven obligados a actuar como dos fogosos enamorados para poder sobrevivir; luego, el destino les transporta a un sitio peor, un orfanato. Contra todo pronóstico, ambos lugares me han parecido auténticos horrores, el primero por relatar con escrupulosa indiferencia la suerte de todas esas mujeres que deben sobrevivir mientras su cuerpo exista, siendo quebradizas muñecas de usar y tirar; después, el orfanato, con todos esos niños que han visto desaparecer a sus padres y pronto ellos correrán la misma suerte.
-¿Sabes por qué nos hemos casado con el Patrón, ¿verdad?- me dijo-. Si fuéramos yeguas encerradas en un establo destinadas a la reproducción, sería distinto. Pero como no somos mascotas sino esposas, es mucho peor.
-¿Por qué es mucho peor?- le pregunté.
-Porque si no fuéramos esposas, no seríamos más que chicas raptadas forzadas a obedecer en todo. Pero la gente se casa para compartir la vida con su pareja. El matrimonio comporta una intimidad. Un consenso mutuo. Además de arrebatarnos la libertad, nos han quitado nuestro derecho a ser infelices.
En esta segunda parte, Rhine se vuelve un tanto desequilibrada y débil, pues al poco de iniciar el viaje, unas extrañas fiebres la entumecen por completo; además, los pocos años de vida que le quedan le hacen ser a veces temeraria y se obsesiona fácilmente con encontrar a su hermano. Por contra, Gabriel, hasta ahora un príncipe encantador en Efímera, acaba siendo el que le insufla fuerzas, susurrándole palabras bonitas sobre el amor y la eternidad. Aunque no se ha podido disfrutar demasiado de Rhine por su extraña enfermedad, Fiebre ha servido para conocer mejor a Gabriel y ver que puede tener un papel importante en la historia.
La narración de DeStefano vuelve a hacer gala de de un ritmo sosegado y dado a la reflexión, pues ahora, más que nunca, Rhine se siente constantemente acompañada por la muerte, un fantasma que vaga por las calles mientras disfruta de sus últimos atardeceres. Hay que agradecer, no obstante, que la autora nos arroje un poco de luz a su distópico mundo: Rhine consigue volver a su casa natal, y con ellas, aparecen un par de pistas interesantes como la importancia de su heterocromía. También, mal que nos pese, la Mansión, cuyo sótano custodiado por Vaughn nos habla del sinfín de experimentos que se realizan para encontrar una cura, aunque muchas pruebas sean auténticas aberraciones. Poca información, pero valiosa.
Si me estoy muriendo, me niego a aceptarlo. Me niego a morir de una manera tan silenciosa y fácil. Mi vida no puede acabar así. La flor en la verja de hierro y en las servilletas de la mansión, el río que lleva mi nombre, la explosión de los laboratorios, las chicas raptadas por los Recolectores, todas estas imágenes me pasan por la mente, como un rompecabezas desparramándose de su caja. Sé que todas las piezas significan algo. Lo sé.
En Fiebre siguen los interrogantes y se arroja alguna que otra tímida pista sobre qué podremos encontrarnos en Ruptura. Al salir al exterior, al romper la jaula de Rhine, podemos saborear el mundo decandente en el que nos sitúa DeStefano y, en vez de perder el interés por la historia, nos deja claro claro que necesitamos el final para desvelar todo el misterio perteneciente. Yo, desde luego, lo espero con el corazón encogido.