Terminé de leer Sábado (2005) de Ian McEwan. Una novela que me atrapó en las primeras 30 páginas, quise tirar a la basura a partir de las 50 y retomé y terminé con bastante excitación.
Ian McEwan (el más relevante escritor británico de su generación en términos de crítica y público) narra aquí un día en la vida feliz de Henry Perowne, un exitoso neurocirujano que vive con su familia en Londres, una ciudad moderna y hi tech que se descubre a sí misma con miedo y paranoia ante la amenaza implícita del terrorismo post 11-S.
En ese día de Henry aparecen como telón de fondo una inmensa marcha anti- invasión a Irak, recorridos urbanos a bordo de un culposo Mercedes Benz, un partido de squash con un colega, una visita a la madre en el geriátrico y un episodio violento que remite en el desenlace del libro, entre otras cosas. Y abundan las parrafadas y tomas de conciencia política de esa clase alta urbana e intelectualizada a la que pertenece Henry: ese sector bienmpensante que no se permite permanecer ajeno a los hechos "de interés público".
Una mirada cínica y descreída diría que Sábado es apenas una novela "correcta" de un escritor maduro y consagrado, que cumple su mandato de opinar (intervenir) en el mundo actual. En este sentido (como en muchas de sus descripciones "ilustrativas de época") el libro -es cierto- huele un poco a literatura "profesional", con todos los elementos bajo control y sin mayores riesgos.
Pero también tiene otros momentos (más cercanos a la narración atenta de los detalles e instersticios del sujeto y su cotidianeidad) en los que McEwan gana puntos gracias a su potente lucidez, sus dotes prosíticos y su habitual sequedad de estilo. Entre esos vaivenes, McEwan parece todo el tiempo al borde del precipicio: un rato en el lugar común, otro rato en la cavilación exploratoria. Nos seduce y nos desalienta a seguir.
Personalmente, rescato de Sábado sus páginas más frágiles y dubitativas. Esas que lejos de querer instruírnos sobre "lo que pasa en el mundo hoy" se acercan más a las dudas, los temores y la vacilación de comienzos de siglo.