El futuro de Bolivia es blanco y salado. El Salar de Uyuni es un desierto de sal de 10.000 kilómetros de longitud. El ingeniero Juan Montenegro toca la costra de sal y dice: “Este es el comienzo de la era industrial de nuestro país”. Se refiere a una materia prima muy interesante para empresas de todo el mundo: el litio. Hasta diez millones de toneladas de dicho elemento químico podrían estar reposando allí. Se trata de la reserva más grande del mundo.
Este metal alcalino es una materia clave, un componente importante de las celdas de las baterías e indispensable en un futuro presumiblemente eléctrico. No habría celulares sin batería de iones de litio, ni bicicletas ni automóviles eléctricos. Michael Schmidt, de la Agencia Alemana de Materias Primas, estima que la demanda global será de 111.000 toneladas en 2025. Hace tres años, era de 33.000 toneladas.
El Gobierno de Evo Morales es consciente del tesoro que posee el país andino. Una tonelada de litio tiene un valor actual de aproximadamente 14.000 euros. El precio aumenta desde hace años. Inversores de China, Estados Unidos y Rusia han tocado a la puerta por el preciado material, pero Bolivia la mantiene cerrada. “No queremos un segundo Potosí”, dice Juan Montenegro, jefe del grupo estatal de litio Yacimientos de Litios Bolivariano (YLB).
Quien quiera extraer el litio de Uyuni, debe respetar las condiciones bolivianas, como crear puestos de trabajo. No se trata solo de ser proveedor de materias primas, dice Montenegro, sino de baterías “Made in Bolivia”.
De Alemania esperan miles de millones en inversión. Los desarrolladores del proyecto de Baden-Württemberg, de ACI Systems, y los expertos en potasa de Turingia, K-UTEC, han recibido el contrato para un proyecto de enormes dimensiones: la extracción del litio de Salar a escala industrial por parte de una alianza germano-boliviana. Se habla de 25.000 toneladas de carbonato de litio por año, unos mil doscientos millones de euros. Hoy, 12 de diciembre de 2016, el Ministro Federal de Economía, Peter Altmaier, junto con el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia y el Ministro de Energía del estado de Berlín, dieron oficialmente el visto bueno al proyecto.
Ante la pequeña fábrica de litio, algunos soldados hacen guardia. En el interior, el trabajador Jorge Macías dice que puede vivir bien del litio. Gana alrededor de 600 euros al mes, en Bolivia un sueldo relativamente alto. “Por fin los bolivianos se benefician de las riquezas de la tierra”, opina.
Wolfgang Schmutz, director ejecutivo de ACI Systems, asegura que “es un proyecto de igual a igual. El factor decisivo para nuestra participación en Bolivia fue la confianza de los bolivianos, que esperan un desarrollo saludable y sostenible para el Salar”. Ahora están buscando expertos en Alemania que vayan a Bolivia por unos meses, dice Schmutz. Los sudamericanos carecen aún de muchos conocimientos técnicos sobre técnica de baterías.
Sin embargo, hay algo que se interpone en el camino hacia la era industrial en el país: el Estado andino no tiene acceso al mar. Las exportaciones deben ser transportadas a través de los Andes occidentales hasta el puerto de Antofagasta. Para su uso, Chile exige un impuesto elevado, motivo que encarecen las baterías bolivianas.
Hasta ahora, solo los mochileros aportan algo de dinero en Uyuni. El desierto de sal es un motivo popular de Instagram. Pero los turistas suelen quedarse solo unos días. “Para los agricultores de la región, la cría de llamas sigue siendo su medio de subsistencia “, dice la alcaldesa Carmen Gutiérrez, quien espera que el litio les brinde prosperidad.