Director: James Gray
El filme que hoy me ocupa es la opera prima de este director, que con un corto llamó la atención de un tipo adinerado que le ayudó a financiar su primera película -una producción que se pudiera costear-. Nada mal salió el asunto, ya que esta opera prima cuenta con Tim Roth como protagonista, junto con Maximilian Schell y Vanessa Redgrave, y recibió varios premios importantes, o al menos muy buenos comentarios. Los suficientes como para poner merecidamente en el mapa a este joven realizador. Luego de este filme, Gray ha hecho hasta el momento cuatro películas más, preparando en estos instantes su sexto largometraje, y yo aquí con todas las ganas de comentar su filmografía en posts seguidos. Este tipo tiene un talento enorme, y su debut da buena fe de ello.
Joshua Shapira es un asesino a sueldo de sangre fría. Un sicario de tomo y lomo. Un sujeto que cobra por matar sin arrepentirse de ello. Trabaja para la mafia rusa-judía, que le encarga un nuevo objetivo: un iraní que reside en una zona de Brooklyn mayormente conocida como Little Odessa, el lugar donde creció y del cual fue desterrado dios sabe porqué. Al volver, no sólo se reencuentra con su familia, sino también con ese ambiente hostil del cual huyó de manera deshonrosa muchos años atrás. Un torbellino de emociones revive viejas rencillas y provoca otras nuevas, afectando de manera distinta a cada miembro de la familia.
No deja de haber un fuerte elemento autobiográfico en la opera prima de Gray. Lo digo por algo bastante pequeño e incluso banal, que es el haber nacido en la ciudad de New York y ser descendiente de judíos rusos -sus abuelos, una generación cercana temporalmente hablando, llegaron desde Rusia-. Imagino que Gray no tenía un hermano sicario ni que su familia tenía fuertes nexos con la mafia -o que fueron amenazados de muerte por ellos-, pero es probable que observara a grandes rasgos qué era lo que pasaba a su alrededor: los negocios sucios y sus víctimas, la corrupción y putrefacción del ambiente. No hay, no obstante, datos concretos sobre algún hecho traumático en la vida de Gray. Además, él creció en Queens y no en Brooklyn, que es donde se sitúa 'Little Odessa', aunque como demuestra en sus filmes posteriores, en todos lados hay violencia. Independiente de qué tan autobiográfico sea el relato, sí está claro que Gray tiene una poderosa y pesimista visión que al menos a mi me ha cautivado por completo, de principio a fin. Súmese a ello un destacable uso del lenguaje cinematográfico -austero y sencillo pero no por ello menos poderoso- y tenemos como resultado una magnífica película de un joven director -que tenía 25 al filmarla- que se nota lleva el cine en la sangre; un tipo que se expresa a través de él con naturaleza y dominio -por eso encuentra fácilmente un lenguaje propio-. Quería ser pintor pero luego de ver películas de Coppola se dio cuenta que lo suyo era el cine. Excelente decisión. Para él y para todos los que tenemos la oportunidad de disfrutar de sus filmes.
La película trata sobre la familia y la fuerza y resistencia de los lazos que la mantienen, la autenticidad de los afectos y la redención a través del amor familiar. Trata sobre dos hermanos que quieren recuperar, aunque sea durante unos cuantos días -los que dure el trabajo de Joshua-, el tiempo que perdieron por culpa de factores ajenos; de la tensa y resentida relación entre un padre y su hijo mayor devenido en vil sicario; y de una madre que a pesar de todo no guarda rencor alguno contra su primogénito. Gray filma un antecedente, una antesala de la atmósfera gris, densa y ambigua que luego desarrolla cada vez mejor: una lucha entre una persona y el entorno que lo aprisiona, entorno que finalmente vendría siendo también un estado interno, psicológico; la esencia del entorno arraigándose fuertemente en la mente de los personajes. En esta historia se vislumbra una sutil crítica social, sutileza que apunta al abandono en el que viven estos inmigrantes -y descendientes de inmigrantes- rusos que produce pobreza, pobreza que no satisface necesidades, necesidades que requieren acciones, acciones ordenadas por el jefe criminal de la zona. Todo un sistema sustentado en el crimen como oportunidad de vida. Pero más importante aún es que 'Little Odessa' es una auténtica tragedia -o casi, muy cerca, rozando por poco-, resultado que nace de las pasiones surgidas en los personajes, de sus ambiciones, deseos y rencores. El egoísmo versus la solidaridad. Decisiones que influyen una vida, que pueden determinar un destino, que empujan a un abismo de violencia y deshumanidad. El destino inevitable del ser humano: hacer violencia, prevalecer.
La manera de narrar de Gray es bastante sencilla: el relato parte de manera bastante convencional, con un sujeto violento que obligado tiene que volver a la casa paterna para encontrar hostilidades y tratos afectivos. De todas formas, Joshua Shapiro no es el único eje sobre el que se mueve la película: su hermano menor, Reuben Shapiro, es también parte esencial del relato. Comenzamos entonces viendo alternadamente las vidas de estos dos hermanos, cada una dominada por la soledad y el sentimiento de vacío, intrascendencia. Al regreso de Joshua se desarrollan distintos focos de conflicto: el familiar -lo más importante, lo medular- y el criminal -el que organiza la trama entera-. Está bastante visto el sujeto que vuelve a un lugar que evoca emociones y recuerdos nostálgicos, que sin embargo 'despierta' continuamente de esa ensoñación emocional y aterriza en la fría e indiferente realidad en la cual está sumido. Ante esto, más que la estructura y organización del relato -bien hechos pero de premisa no tan original-, lo que hace que el guión del mismo Gray tenga más emoción es la notable construcción y desarrollo de los personajes -los de la familia especialmente, más o menos minutos no influyen en la profundidad de sus emociones-, junto con toda la compleja relación entre cada miembro. Sin duda, hay mucho respeto y cariño por estos personajes, cosa que se siente, y que le otorga empatía a la historia en general. Las cosas no pasaron frente a mis ojos así como si nada.
Y antes de que se me olvide, el reparto me parece sensacional. Schell está genial como este padre de familia ambiguo; Roth también se luce como un Joshua violento pero de profundo amor por su familia; Redgrave, aunque actúa poco, lo hace con un calor adorable que refuerza tremendamente su actuación; el chico -que acompañó a Terminator en la segunda película de la saga- también merece un caluroso halago; y con eso estamos bien por acá, en las actuaciones. Bueno, me parece interesante el caso de Moira Kelly, que hace de antigua amiga de Josh: teniendo unos veinte tiernos años, actuó en Twin Peaks haciendo de Donna -en reemplazo de la actriz de la serie-. Pudo haber sido un despegue grande en su carrera, pero no lo fue del todo; siguió actuando en cintas de consideración -esta debe ser de las mejores- pero finalmente sus trabajos han decrecido en cantidad y luego fue la madre de Lucas Scott en 'One Tree Hill' -serie que vale la pena hasta su cuarta temporada-, además de tener esporádicas apariciones en series no muy buenas. Como actriz no me gusta mucho, pero acá lo hace bien, además aparece desnuda. Pero el peso cae en la familia Shapira y todos sus interpretes hacen tremendas y loables actuaciones. Gray es, sin duda -lo ha demostrado en todos sus filmes-, un gran director de actores. Saca lo mejor de ellos.
Gray dirige con fuerte personalidad y gran habilidad su opera prima. Su puesta en escena resulta sobria y austera pero igualmente tiene una potencia increíble, con un ritmo pausado -que eleva sensaciones y emociones- que suele romper con grandes pero secas explosiones de violencia -verbal, física, psicológica, social-, provocando notables momentos dramáticos llenos de una incertidumbre que te carcome mientras dura la secuencia. Lo que más me gustó, no obstante, es el uso de la banda sonora, que si por sí misma me parece bellísima, sobre la escena utilizada resulta sublime. Si un abrazo puede ser emocionante, la banda sonora -utilizada de manera suave y sin grandilocuencia- le otorga un toque celestial, casi metafísico. Fuera de ello, la atmósfera de Gray es desoladora, jugando siempre con el tedio y hastío de los personajes. Vidas llenas de cansancio, aburridas y grises. Y técnicamente, sin ser una delicia audiovisual, tiene ese algo estilizado que le agrega sabor al conjunto.
En conclusión, 'Little Odessa' es una opera prima brillante y poderosa, que sin embargo halla en su honestidad y coherencia sus mayores virtudes. Me parece que Gray ejecuta con notable habilidad esta caída de la familia, una tragedia moderna y criminal. Quizás esté siendo muy efusivo, pero es que me la pasé muy bien viendo esta película, y me parece que es muy potente y bien lograda, casi como si el tipo llevase dirigiendo sus buenos años antes. Tiene cierto clasicismo a la hora de ejecutar sus películas, cosa que quizás le entreguen esa 'elegancia sucia' que tanto bien le hace al filme. Puede que sea una película pequeña, de bajo perfil, pero está hecha como los grandes -y, para mi, Gray se hace grande contundentemente con 'We Own the Night'-. En fin, entrañable relato familiar, genial opera prima, gran película.
Lluvia de capturas