Cartel anunciador de las elecciones parlamentarias en Lituania
PUES bien, por los resultados de las recientes elecciones al Seimas (ver aquí), celebradas a dos rondas entre el 14 y 28 de octubre de 2012, parece que el pueblo lituano ha decidido “echarse pal monte”. Le ha sacado el dedo corazón al tal James Morsinck y al FMI y le ha dicho basta al patriarca Landsbergis, al main-stream nacionalista conservador, y a Kubilius y a sus estraperlistas. El pueblo lituano ha votado contra las políticas de austeridad hard-coreimplementadas por el cicatero y siempre con cara de triste y amargado pirmininkas Andrius Kubilius. Y le ha dado el voto al Partido Socialdemócrata de Lituania (Lietuvos socialdemokratų partija) de Algirdas Butkevicius y a otros tres partidos anti-sistema. La situación, cuando escribo esto (1 de noviembre de 2012), es todavía muy fluida.Parece que Butkevicius está dispuesto a pactar con una de las bestias negras del nacionalismo conservador lituano, el líder populista del “Partido del Trabajo” (“Darbo partija” en lituano), el millonario ruso Viktor Uspaskich. El propietario de la popular empresa de conservas “Kedainu”. Y apodado por los media como el zar de Kedainai (población cercana a Kaunas donde tiene instalada su factoría). El rey de los pepinillos en vinagre. Uspaskish es un personaje inclasificable. Y su partido, el Darbo partija no tiene nada que ver con los partidos “laboristas” occidentales. Es un partido sin ideología definida que gira entorno a la figura de su fundador y presidente. Un personaje que gusta de aparecer en showstelevisivos tocando la guitarra. O tirándose en paracaídas. O tomando saunas con exuberantes chicas ligeritas de ropa. Un político excéntrico, inusual, y con una indudable vis comica que ha sabido explotar para ganarse el favor del público y del electorado. Un tipo que literalmente se compró un título de graduado en administración de empresas en la Universidad Tecnológica de Kaunas (KTU por sus siglas en lituano). Algo que, por cierto, también hizo el antiguo primer ministro predecesor de Kubilius. El socialdemócrata Gediminas Kirkilas. Que se compró un título de máster en economía en la Internacional Business School de la Universidad de Vilnius (el asunto salió a la luz meses después de haber perdido las elecciones de 2008 frente a Kubilius). Aquí, en Lituania, no es infrecuente la compra-venta de títulos académicos por lo que tengo visto y entendido. Cuando me vine a vivir a Lituania, eso fue en el año 2007, el líder del Darbo partija estaba envuelto en un escándalo de financiación ilegal de su partido político que lo llevó a pisar la trena por unos días. Durante un tiempo encontró cobijo en Rusia. Luego volvió a Lituania y le echaron el guante. Luego acabó absuelto A Uspaskish se le ha acusado siempre de ser un títere de Moscú. Y bueno, él ha ido saliéndose con la suya. Salió elegido europarlamentario en las elecciones de 2009. Y su partido político ha ido ganándose el favor del electorado. Sobre todo de aquellos lituanos hartos de la arrogancia de Vilnius. Y de quienes se sienten decepcionados de los partidos tradicionales. Que han favorecido sólo el desarrollo económico en las tres grandes ciudades del país. Y que parecen haber olvidado que Lituania es algo más que Vilnius, Kaunas o Klaipeda. Eso explicaría el enorme éxito electoral del Darbo partija en la mitad norte del país. Donde literalmente ha arrasado. El Darbo partija ha desplegado una campaña política sobrada de medios. No en vano el partido cuenta con los enormes recursos económicos de su fundador y de otros empresarios locales. Que han puesto dinero sobre la mesa. El partido, en su programa político, prometía subir el salario mínimo de las 700 misérrimas litas actuales (un euro equivale a 3.45 litas, hagan ustedes el cálculo) a 1.512 litas (7) y en hacer un “reset” en las relaciones con Rusia. País del que Lituania importa actualmente más del 60% de la energía que consume. “Mes zinome kaip!”(nosotros sabemos cómo), ese ha sido el slogan que hizo al Darbo partija ganador en número votos en estos comicios. Obteniendo casi el 20% de las papeletas. Al final, el sistema electoral lituano (proporcional en primera vuelta y mayoritario en la segunda), favoreció a los partidos tradicionales (los socialdemócratas y los conservadores) pero aún así el Darbo partija contará con 29 de los 141 parlamentarios con tiene el Seimasy es el partido que más sube en número de votos y en número de escaños (de 10 a 29). Y el ganador moral de estas elecciones. El Darbo partija, por cierto, ha recibido el apoyo del grupúsculo pro-soviético Kantas y cuyo sitio web puede consultarse en este enlace. Un grupo que utiliza en sus publicaciones un lenguaje incendiario donde se mezclan a partes iguales las loas a Stalin y los insultos a la élite de país, con el odio a los homosexuales, los judíos y los extranjeros. Su líder es un skin-head ruso“ bolchevique” con el que desde luego no me iría a tomar unas copas ni aunque me las pagara. Al fin de cuentas en el universo político lituano la clásica división entre izquierda y derecha resulta menos importante que la división entre rusófobos y rusófilos. Y no resulta extraño que un grupo de rusos nacional-stalinistas de Vilnius acabe dándole apoyo electoral a un empresario ruso. Aunque este no sea de izquierdas. Uspaskich ha declarado en varias ocasiones que está por establecer relaciones cordiales con Rusia. Que es absurdo seguir pidiendo, como insiste en hacer la derecha nacionalista lituana, billones de dólares al gobierno ruso en concepto de indemnización por los años de ocupación soviética. Porque el gobierno ruso actual no es responsable de lo que hicieron las autoridades soviéticas. E incluso ha llegado a cuestionar la teoría del “doble genocidio”. Ese excrecencia intelectual del nacionalismo tronado lituano que pretende igualar el exterminio de más de 200.000 judíos a manos de los nazis y de voluntarios “patriotas” lituanos (integrados en los siniestros escuadrones de la muerte denominados “Ypatingasis Burys” o escuadrones especiales) con la represión política que siguió a la incorporación de Lituania a la Unión Soviética tras la derrota del nazi-fascismo por el ejército rojo. Una represión política que llevó a muchos lituanos colaboradores de los nazis a ser ejecutados o deportados a Siberia. Y que probablemente también llevó al gulag a un montón de inocentes. Las intervenciones de Uspaskich han levantado más de una ampolla entre los convencidos nacionalistas lituanos. Quienes lo consideran poco menos que un agente al servicio de Putin. E inmediatamente desde que se conocieron los resultados de las elecciones el establishment nacionalista, capitaneado por la Presidenta de la república, la “dama de acero” Dalia Grybauskaitė, se ha dedicado a boicotear cualquier intento de formar gobierno en el que se incluyera al Darbo partija. Al que se le ha acusado de haber comprado votos en varias circunscripciones electorales. La Sra. Grybauskaitė ostenta la Presidencia del país. Y a ella le corresponde proponer al candidato para formar el nuevo gobierno. Pero la Sra. Presidenta ha sacado el hacha de guerra y parece que pasa olímpicamente de lo que el pueblo lituano haya manifestado en las urnas. Ella es la guardiana de la “democracia” y de la “soberanía” y según la Presidenta “la democracia no se vende”. Así que ha movido todas las fichas posibles para evitar la coalición entre socialdemócratas y el partido del pro-ruso Uspaskich. Quien se prodiga en los shows televisivos promoviendo su causa y reclamando su derecho a estar en el próximo gobierno de la república. La Sra. Grybauskaitė parece seguir el camino de su predecesor el americano-lituano Valdas Adamkus quien también tuvo que lidiar con una situación similar a la presente, en las elecciones del año 2004. Cuando el Darbo partija fuera también el partido más votado y obtuviera nada menos que 39 escaños en el Seimas. Adamkus, según filtraciones aparecidas en Wikileaks, estuvo cableándose con sus amiguetes de la CIA y del Departamento de Estado americano. Que son quienes realmente controlan el cotarro y mueven los hilos en esta pequeña provincia del extremo oriental del Imperio del Bien. Y tras un proceso político tortuoso y plagado de irregularidades Adamkus acabó forzando un gobierno de coalición entre el Partido Socialdemócrata (por entonces liderado por el “patriarca” Algirdas Brazauskas), el Darbo Partija y otro partido menor. Poniendo a Brazauskas (cuyo partido sólo había obtenido 20 escaños, la mitad que el partido de Uspaskich) como primer ministro. Y aceptando a regañadientes la entrada del Darbo partija en el gobierno. La coalición duró poco más de un año porque Adamkus y sus alidados hicieron todo lo posible para sacar a Uspaskich del gobierno. Acusándolo casi de ser un agente al servicio de Moscú y de financiar ilegalmente a su partido. Con estos precedentes mucho me temo que la más que probable coalición entre Butkevicius y Uspaskich también será de corto recorrido. Con una Presidenta totalmente hostil y que tiene hasta el 2015 para descarrilar al gobierno de Butkevicius. Un político que además se caracteriza por sus constantes cambios de posición. Que hoy dice digo y mañana dice Diego. Y al que se le acusa de falta de carácter y de liderazgo. Grybauskaite, la “dama de acero”, parece que podrá hacer lo que le dé la gana con Butkevicius. Y manejarlo como a un pelele. Tanto ella como los líderes del partido de Kubilius, la conservadora Unión Patriótica-Cristiano Demócratas de Lituania (Tėvynės Sąjunga-Lietuvos krikščionys demokratai), conspiran abiertamente contra el nuevo gobierno que se deberá formar en breve. Su estrategia parece clara. Remover la mierda, azuzar a los perros y agitar los fantasmas del pasado. Y esperar que la débil coalición de partidos que presumiblemente apoyarán al gobierno de Butkevicius acabe colapsando antes de que acabe la recién comenzada legislatura.
A la posible coalición entre el Partido Socialdemócrata y el Darbo partija parece que se añadiría también el anti-sistema partido Orden y Justicia (“Tvarka ir teisingumas” en lituano) liderado por el aviador, antiguo miembro del KGB y breve ex-presidente de la república Rolandas Paksas. Otra de las bestias negras del nacionalismo conservador anti-ruso que hasta los pasados comicios había dominado el panorama político en este país. Paksas le ganó las elecciones al Presidente americano-lituano Valdas Adamkus, que se presentaba al cargo por segunda vez. Eso ocurrió en enero de 2003, poco después de la visita que George Bush hiciera a Lituania en noviembre de 2002. Adamkus durante muchos años estuvo trabajando para la CIA. Y era sin duda el candidato de George Bush. La figura de Paksas, quien resultó elegido presidente de la república en unas elecciones limpias y libres, resultaba muy incómoda para la estrategia del Departamento de Estado americano que por entonces promovía “las revoluciones de colores”en distintos países del antiguo bloque soviético. Además George Bush tenía planeado abrir una cárcel secreta en Vilnius para torturar a supuestos talibanes y sospechosos de pertenecer a la red Al-Qaeda (8). A lo que Paksas se opuso radicalmente. Así que desde el Departamento de Estado americano se movieron los hilos necesarios para defenestrar al molesto Paksas, quien fue removido de su cargo a través de un impeachmentorquestado en el Seimas en abril de 2003. Y reemplazado, claro, por el antiguo miembro de la CIA Valdas Adamkus. Saltándose a la torera la voluntad popular que puso a Paksas en el cargo. Al final George Bush se salió con la suya y la CIA abrió una cárcel secreta en Vilnius, cerca del hipódromo. Y allá sigue abierta a pesar de las denuncias de Reprieve y de Amnistía Internacional. Desde entonces Paksas lidera un partido anti-sistema, que busca el reestablecimiento de su honor. A Paksas el Tribunal Constitucional de Lituania le prohibió presentarse nunca más a unas elecciones nacionales y le privó también del derecho a utilizar el título honorífico de “Presidente”. Honor que todos los expresidentes de la república detentan de por vida. Su partido, tal vez porque luce un águila como logo, o porque sus miembros gustan de vestir con un divertido uniforme azul y amarillo (los colores del partido) ha sido calificado por periodistas y politólogos desinformados, ajenos a la realidad política de este país, de filo-fascista. O de neo-nazi. La ignorancia es osada. Y este mundo está lleno de osados e ignorantes analistas políticos. Que conocen profundamente todo lo que ocurre en países que se encuentran a miles de kilómetros de distancia de donde ellos residen. Y que se atreven a sacar conclusiones sobre la realidad política de países que ni siquiera han pisado y cuya mentalidad, lengua y cultura desconocen completamente. Sentados en sus cómodos butacones. A sueldo de algún periódico, think-tank, o universidad de relumbrón. El Partido de Paksas no es, en absoluto, un partido neo-nazi. Se trata más bien de un partido de derechas pero fuera de la órbita del nacionalismo conservador pro-atlantista que ha dominado los destinos de este país durante tantos años. Su partido obtuvo 11 representantes en el Seimas. Cuatro menos que en la pasada legislatura. Castigado, sin duda, por la aparición en escena de otro partido antisistema, el “Drąsos kelias” (la vía del coraje), liderado por la mártir anticorrupción Neringa Venckiene. Un partido político que sólo se entiende en clave lituana. Y que nació vinculado a un truculento caso de pedofilia, asesinato y corrupción judicial. Un caso en donde la víctima principal fue un padre, el hermano de Venckiene, Drasius Kedys (de ahí el nombre del partido) (9) y su hija de pocos años de edad. Que fue violada repetidamente en un hotelito cercano al Kauno Marios, el lago de Kaunas, por una red de pederastas en donde según parece había políticos, miembros de la judicatura y “hombres de negocios” alemanes. Drasius Kedys asesinó a un juez. Le pegó un tiro en pleno centro de Kaunas. Y luego tras varios meses de estar en busca y captura, y con medio país aclamándole como héroe, apareció flotando en el Kauno Marios. Dicen que fue asesinado por la policía. Aunque la versión del médico forense fue que se atragantó con un hueso y cayó en un descuido al agua. Una versión oficial del todo increíble. Se trata de un asunto del que he ido recopilando un montón de información. Y que conozco muy bien. Porque se ha desarrollado aquí mismo en Kaunas. A pocos metros de casa. Y porque conozco personalmente a algunos de sus protagonistas. Un asunto que ha hecho tambalearse los cimientos mismos de la sociedad lituana. El partido “Drąsos kelias” obtuvo casi 110.000 votos (el ocho por ciento de los votos) y siete de sus representantes se sentarán en el próximo Seimas. Es un partido sin ideología definida que nace por las simpatías que ha obtenido la Sra. Venckiene en su lucha contra el sistema judicial y político. Una brava señora que promete luchar por hacer justicia y desmantelar la lucrativa red de pedofilia y trata de blancas que según ella existe aquí en Lituania. Ya veremos hasta qué punto, tras entrar a formar parte del juego institucional parlamentario, el partido logra mantenerse cohesionado. Y si será capaz de seguir contando con el favor del electorado a medida que el “caso Kedys” se vaya diluyendo con el paso del tiempo. El partido de Venckiene ha tenido unos resultados increíbles, teniendo en cuenta que nació hace poco más de un año y que ha contado, desde el principio, con las antipatías del establishment mediático e institucional que controla el país.
Historia de la fotografía: Subo a este post uno de los afiches institucionales utilizados para convocar a los ciudadanos de Lituania a votar en las elecciones generales del pasado 14 de octubre de 2012. También se les convocaba a participar en el referéndum sobre la construcción de una central nuclear en Visaginas, en el norte del país. Un proyecto que debía servir para sustituir a la central nuclear de Ignalina. Que llegó a ser la central nuclear más grande de la Unión Soviética. Una de las condiciones impuestas por Bruselas para el ingreso de Lituania en el club europeo era precisamente el cierre de la central de Ignalina, de diseño soviético. Y que era muy similar a la central de Chernóbil. De infausto recuerdo para todos. La central de Ignalina producía energía barata que le permitía a Lituania mantener relativamente bajos los precios de la electricidad y de la calefacción. Y también era una fuente de ingresos para el Estado porque parte de esa energía se exportaba a los países vecinos. La central de Ignalina tuvo que cerrarse por imposición del tratado de adhesión de Lituania a la Unión Europea. El gobierno de Kubilius otorgó el contrato para la construcción de una nueva central nuclear a la compañía japonesa Hitachi. Quien iba a construir una central nuclear en Lituania similar a la de Fukushima. ¡Joder, eso es meterse de Guatemala a Guatepeor!. Porque si bien la central de Ignalina era peligrosa (como todas las centrales nucleares) a los lituanos les había salido gratis. Mientras que la planeada central de Fukushima-Ignalina les hubiese costado un ojo de la cara. Y en absoluto estaba claro que al final el ciudadano de a pie fuera a beneficiarse del proyecto. Más bien parecía un negociete montado para beneficiar a la oligarquía nacional, los bancos que participaban en la aventura (principalmente el banco sueco SEB) y los amiguetes del gobierno. Una iniciativa legislativa popular que se desarrolló a lo largo de la primavera del 2012 forzó al Seimas a votar una resolución favorable a la convocatoria del referéndum. Un referéndum en los que el pueblo lituano se mostró claramente contrario al proyecto. A pesar del enorme del enorme esfuerzo propagandístico que el gobierno Kubilius había realizado para convencer a la ciudadanía de las bondades de la central nuclear proyectada por los japoneses de Hitachi.
NOTAS:
(7) El salario medio bruto mensual en el sector privado en el primer cuatrimestre de 2012 estaba en las 2.138 litas. Después de impuestos y contribuciones sociales el salario medio era de 1.661.9 litas por mes. En el sector público el salario medio bruto era de 2.267 litas o de 2.057.8 litas netas (fuente “LitNews”. Agosto 2012). Para dejarlo bien clarito. El ciudadano lituano “medio” que tiene la suerte de tener trabajo ganaría alrededor de los 500 euros al mes. Un poquito más si se trabaja en el sector público. Eso explicaría, en gran medida, el enorme problema de la emigración al que se enfrenta Lituania. Porque aquí los sueldos son de miseria y compañía. Y los más hacendosos prefieren coger los bártulos e irse a trabajar al Reino Unido, a Alemania, a Holanda o a Noruega.
8) El asunto del centro de detención y tortura abierto por la CIA en Vilnius salió a la luz en el año 2011 cuando un exprisionero de Guantánamo, un tal Abu Zubaydah, declaró que durante un tiempo permaneció detenido en Vilnius. Este y otros casos de presos “retenidos” en las instalaciones secretas en Vilnius (cercanas al hipódromo) y en otro centro instalado en Lituania (en algún lugar todavía por identificar) han sido denunciados por la ONG “Retrieve” y por Amnistía Internacional. Y la respuesta del gobierno lituano es como la de los tres monitos del cuento. Que no ven, ni oyen, ni dicen nada. La Presidenta Grybauskaite, adalid de los derechos humanos en Bielorrusia y solidaria con los “Chochetes alborotados” (las “Pussy Riot”) en Rusia, se “hace la sueca” en este asunto que afecta al país que preside. Y ha declarado que se trata de un tema que afecta a la seguridad nacional de Estados Unidos. Un aliado y amigo de Lituania. Y que sobre este asunto no se puede dar información. O sea que en Bielorrusia no se respetan los derechos humanos. Ni en la Rusia del malévolo Putin tampoco. Pero aquí en Lituania, donde se tortura a gente a pocos metros del Parlamento, sí que se respetan. Y punto. Que lo dice la “dama de acero”. Y quien se mueva no sale en la foto.
9) Drasius no es un nombre muy habitual en Lituania. Existe una palabra “Drąsa” que significa “coraje” y que se asemeja mucho a ese nombre. Neringa Venckienė escogió una denominación para su partido íntimamente vinculada al nombre de su hermano. El malogrado Drasius Kedys. Quien para muchos lituanos es un auténtico héroe. Una revisitación contemporánea del mítico Tadas Blinda.Un antihéroe lituano pre-moderno parecido a Robin Hood. Y entorno a cuya figura recientemente se rodó una mediocre y bastante aburrida película. También hay una cerveza con su nombre
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