Hace dos semanas que hemos vuelto a la normalidad de trabajo. Media docena de sesiones por España y unos cuantos días encerrado en Zaragoza llevando a cabo la selección de un directivo para una compañía aragonesa. Ya casi está terminado. A finales de laa semana que viene presentaremos la terna final de candidatos. Ahora sólo falta que ellos nos indiquen unos cuantos nombres a los que pedir referencias. Normalmente son antiguos jefes, clientes, proveedores...
Cuentan que a mediados del siglo pasado una tarde entró en una tienda de Nueva York un muchacho y preguntó al tendero si podía utilizar el teléfono. El tendero le contestó afirmativamente. El muchacho puso un pañuelo sobre el micrófono del teléfono, como para distorsionar la voz, y marcó el número. Cuando al otro lado de la línea alguien contestó, dijo:
- ¿Hablo con mister Jones?... Mire, señor, soy un muchacho que desea saber si tiene una vacante para mí; me gustaría mucho trabajar para usted... ¡Ah, que ya tiene uno!. Bueno, mister Jones... y ¿está contento usted con la labor de ese muchacho?.... ¡Ah! ¿si?, Osea que está muy satisfecho. Pues entonces nada, no le molesto más. Gracias y adiós.
El muchacho colgó el aparato y dirigiéndose al tendero, que miraba con curiosidad la escena, le dijo:
- Gracias señor; soy el botones de mister Jones y estaba informándome de qué opinión tenía él de mi.
El día a día come a muchos de los directivos de nuestras organizaciones y eso hace que dediquen poco tiempo a la evaluación, y por tanto a la mejora, de sus equipos. La labor de un buen directivo debe ser la de compartir con su gente la opinión que tiene sobre cada uno de ellos: sus puntos fuertes, sus áreas de mejora, para así ser capaz de extraer de ellos su mejor versión.
Y nosotros, debemos parar de vez en cuando, para analizar el valor que nuestras acciones tienen para la gente que nos rodea (nuestros jefes, nuestros compañeros, nuestra pareja...). Ese examen permanente nos ayudará a mejorar un poquito cada día, sin grandes esfuerzos, pero muy constantes.
Como decía el dramaturgo Von Schiller: "A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo".
¿Qué vas a sentir este fin de semana que necesitas cambiar a partir del lunes para que si llamas a tu Mr. Jones diga que está encantado contigo?