Revista Música

Llamamiento al cantante mexicano Luis Miguel

Publicado el 09 agosto 2016 por Agustin @TecleaTeCrea
Un señor muy sabio me dijo una vez cuando era pequeño, caminando con su familia por Sierra Nevada, Granada, que de lo que oyera me creyese un cuarto, y de lo que viera, la mitad. Es decir, había que guardarse aún otra parte idéntica a la hora de dar crédito a todas las informaciones.
Hoy he "sabido" que es posible (sigo guardándome al menos ese cincuenta por ciento, no me gusta ser crédulo:) que Luis Miguel esté pasando un momento duro. Confieso que soy un fan incondicional de este artista desde muy pequeño y ahora os cuento por qué. Os cuento otro secreto, he cumplido dos de mis tres grandes deseos musicales. Cuando era un adolescente siempre soñaba con ser profesor de música (sueño hecho realidad), con ganar un concurso de piano (más difícil de lograr pero también lo llevé a cabo) y con... acompañar en un concierto a este artista. Resulta que mi madre, doña Antonia, me narra con todo lujo de detalles cómo conoció a su tía en una tienda de ultramarinos cercana a casa, porque, dato que muchos desconocen, Luis Miguel vivió en San Fernando de Cádiz, la famosa Isla de León, la misma que lleva en su nombre "Camarón", e incluso hizo aquí su primera comunión, cuando yo vivía en el la Calle del Santo Entierro, después bautizado como Callejón Nuevo, y finalmente con otro nombre. Y ni corta ni perezosa le invitó a merendar una vez a casa y pasó una tarde conmigo jugando en aquel salón de sofás azules de tela gruesa, con aquel piano de pared alto de madera de caoba Chassaigne Freres, a la derecha del salón, -cambió de posición, incluso viajó después y me cuentan que ha vuelto a San Fernando, a una tienda de fotografía, desde luego, bonito era un rato, y mi madre lo engalanaba con un mantón de manila o paños de encajes bordados típicos de aquellas epocas que ahora parecen tan remotas), piano que tantas horas de mi vida compartió conmigo (los pianistas tendemos a personalizar nuestros instrumentos, les damos nombres y vida propia:). 
Tampoco puedo olvidar cuando mi tutor de entonces, Don José Antonio Melgar Simón, del colegio Reina de la Paz, habló al final de una jornada antes de la llegada de aquel niño ("va a venir un niño nuevo, no es español, acojámosle bien", esas palabras te marcan, pues por aquellos años apenas había niños de otros países en las clases, y por eso se me grabó a fuego, por lo insólito del anuncio) con quien coincidí en el patio, aunque de esto tengo, debo reconocerlo, recuerdos más difusos: cantarín yo y él, no tenía vergüenza ninguna por mi parte en cantar en el patio lo que fuera (mis favoritas de pequeño eran la canción de Don Diablo, de Parchís, o aquella de "Del cabo de Gata al de Finisterre, hay que ver la gente cómo está con J.R." que cantaba Pepe Da Rosa).
Finalmente parece ser, según me contó mi otro tutor, de segundo ciclo de Primaria, la entonces mítica E.G.B. que Luis Miguel entró por mediación del anterior en el colegio Liceo del Sagrado Corazón, muy cerca de nuestras casas (él vivía por la zona del primer supermercado que pusieron en la ciudad, que se llamaba entonces "Cobreros", por "cooperativa de obreros", luego cambió de nombre, aún existe).
Este es el Luis Miguel que avivava en mí subconscientemente mis deseos de proseguir en la música en mis malos momentos, siempre quise acompañarle al piano en uno de sus conciertos, uno de esos sueños secretos que viajan contigo toda la vida y por eso quiero darle las gracias públicamente, contar este pequeño gran secreto de mi vida y hacerle este llamamiento público para que no desfallezca nunca, por algo le llaman el Sol, porque tiene luz... para largo!

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