Llamazares en el PSOE

Es fácil vaticinar que Gaspar Llamazares se integrará en el PSOE antes de dos años para ser uno de sus dirigentes.

Es la conclusión lógica a la que se llega tras revisar el paralelismo entre su recientemente creada Izquierda Abierta (IAb) y la Nueva Izquierda (NI) de Diego López Garrido, nacida en 1997 también en el seno de Izquierda Unida (IU), y que se hizo socialista en 1999.

Llamazares, 55 años, médico sin ejercicio y excomunista cercano al castrismo, acaba de crear su IAb, minipartido dentro de IU, coalición que él coordino y que dirige desde 2008 el agricultor comunista Cayo Lara.

Ocurre a los cuatro meses de la debacle electoral del PSOE, el 20N, sumido ahora en una guerra civil silenciosa similar a la de 1996, cuando Felipe González perdió las elecciones ante José María Aznar.

López Garrido y Cristina Almeida, otra dirigente de IU, fundaron su NI en 1997. Consiguieron llevarse a numerosos militantes e incorporaron otros nuevos que detestaban la corrupción y el caso GAL del PSOE y no soportaban el iluminismo de Julio Anguita, coordinador de IU.

Nueva Izquierda parecía aire fresco ideológico para una izquierda desmoralizada bajo el errático mandato de Joaquín Almunia, algo así como el de Rubalcaba hoy.

Por eso se plagaba de idealistas que creían que aquel profesor universitario y aquella abogada castiza y populachera parlanchina serían la salvación de España.

Hasta que, tras negociar secretamente, aparecieron ambos en el PSOE, recibidos como hijos pródigos que tendrían feliz carrera al volver a casa.

Los militantes, traicionados, olvidados, abandonados y despreciados, aprendieron la dura lección de lo que es la política real.

Llamazares tiene al PSOE en situación similar y puede aspirar a lo mismo, aunque está demasiado baqueteado para caer tan de pie como López Garrido y Almeida. Pero le sobra desparpajo.

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SALAS