Revista Psicología

Llega el momento en que tus demonios piden un infierno más grande (y P2)

Por Paulo Mesa @paucemeher
Llega el momento en que tus demonios piden un infierno más grande (y P2)

Tus demonios en realidad no te piden un infierno más grande, sino que necesitan tomar el espacio necesario para habitar cómodamente según tu propia ignorancia. Es tu infierno, pero no lo administras; como tampoco sabes qué tamaño tiene entonces mandas toda clase de demonios para que vivan allá y la población crece y crece.

¿Y si llegara un momento en el que no huyamos más?

Como ya lo dije, ellos se encuentran y conviven. Entonces si al demonio de la "baja autoestima" luego le mandas el demonio del "miedo" y tiempo después el demonio de las "dudas sobre la competencia personal", ellos se encontrarán ahí, se comunicarán y se pondrán de acuerdo para salir cuando no estés vigilante o cuando el libreto cambie sin que puedas controlarlo. En este ejemplo, todos los demonios incluso son de la misma familia, son primos, padres e hijos... tu infierno se parece más a un inquilinato que a cualquier otra cosa.

Tus demonios conocen su naturaleza, la entienden bien, saben cómo asociarse. Si tienes miedo y baja autoestima entonces dudas de lo bueno que te pueda traer el futuro y sobre todo dudas de tu propia capacidad para hacerle frente a las situaciones, entonces no confías en tu competencia para hacerte cargo de tu vida... quedas a merced de tus demonios, no tienes escapatoria.

Llega el momento en que tus demonios piden un infierno más grande (y P2)
El infierno es oscuro, con luces extrañas que a veces no te dejan distinguir las formas. Para conversar con tus demonios tienes que hacer un ejercicio consciente de búsqueda y luego traerlos a la superficie donde hay luz. Al principio pueden verse feos, algunos horripilantes, pero cuando los vas conociendo te vas enamorando de ellos, con los ojos del amor todo deja ver su verdadera belleza.

Bajar al infierno

Ya lo comenté en la noche oscura del alma. Bajamos al infierno cuando comemos el lodo, cuando todo se derrumba. El problema es que le tememos mucho al infierno, nos incomoda, no nos gusta estar ahí, nos muestra cosas que no queremos ver en realidad porque no encajan en la idea que tenemos sobre nosotros mismos. Nos fascina salir "bonitos" en la foto, pero es necesario también conectarnos con nuestras miserias.

Los demonios saben salir del inquilinato, hacer de las suyas y regresar pronto. Por eso es que quedamos despistados cuando las vemos aparecer ¿Qué se puede hacer?

Hay algunas alternativas:

  • Dejar que salgan y presenciarlos, hacerles preguntas, saber qué quieren decirnos, simplemente escucharles. Los demonios adelgazan cuando se expresan. A veces hasta se pueden desvanecer
  • Dialoga con tus demonios, una vez que los presencias, hazles preguntas, deja que te respondan, conjetura con ellos, permite que se expresen, escúchales sin justificarte
  • Meditar, sentarnos, aquietarnos y presenciar lo que va saliendo sin quedarnos fijados en ello. Cuando le quitamos protagonismo a la mente los demonios salen solitos, se asoman. Ahí podemos contactarlos
  • Atender los pensamientos automáticos, tal cual como vienen, sin filtro y sin adornos. Verás que no son tan automáticos como creemos, son simplemente los pensamientos que dejan de estar mediados por la consciencia mental
  • Invocarlos directamente. Esta puede ser una forma un poco más engorrosa, pero también funciona. Existe el riesgo de que invoques aquello que "quieres" o "aguantas" y no el conjunto completo
  • Escuchar a quien te habla sobre los demonios que ve en ti. Ten presente que lo que te dicen también tiene estrecha relación con los demonios de esa persona, hay que saberlo asimilar
  • Prestar atención a lo que no te gusta o te molesta de los demás, esos son tus demonios mirándose al espejo, reflejándose

Quizás haya muchas otras formas, pero el mensaje de fondo es que tus demonios existen por una razón, te sirven para algo, te muestran cosas, fuiste tú quién los engendró y quien los sigue alimentando, así que no podrás escapar de su influjo.

Tus demonios te piden un infierno más grande cuando ya no caben, cuando ya no tienen espacio; quieren un infierno más grande porque tú los haces engordar, porque no se ejercitan y no salen a la superficie. En un infierno más grande te será más difícil encontrar el camino de regreso cuando lo visites y puede que te hundas en él.

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