Sí, el momento ha llegado: las bajas temperaturas están aquí. Te contamos cómo afecta el frío a tu piel y cómo debes cuidarte para prevenir desastres, ¡toma nota!
Si creías que el verano había hecho mella en tu piel… ahora que está a punto de llegar el invierno, ¡has de prepararte a conciencia! La piel es un órgano muy sensible, y como tal es propensa a sufrir con las bajas temperaturas. ¿Quieres conocer cómo afecta el frío a tu piel? Sigue leyendo:
El frío en la piel
Las bajas temperaturas afectan a las capas de la piel. Provoca una mayor fragilidad en la misma, pérdida de hidratación y un retraso en el ciclo de renovación celular de la dermis.
Hay que tener cuidado. ¿Notas tu piel tirante, más seca de lo normal cuando sales de casa y el airé gélido toca tu rostro? Es lógico: el frío es uno de los agentes externos que más fragilidad provoca en la piel, además de potenciar un mayor riesgo de ruptura y una menor elasticidad. Todos estos factores pueden propiciar que tu piel se inflame, se enrojezca y se irrite, ¡seguro que alguna vez has sufrido alguno de estos síntomas!
Este factor climático influye de manera visible. Si en invierno notas tu piel más apagada, menos elástica y con un cambio de tono significativo, ya sabes el porqué, sobre todo si sufres de piel sensible y con propensión a la dermatitis. ¡Ahora toca anticiparse y prevenir: nunca abandones los cuidados de tu piel en esta época del año!
Cuida tu piel frente a las bajas temperaturas
Te contamos los pasos básicos a seguir para ganarle la batalla al frío. ¡Vamos a intentar que tu piel se mantenga radiante en cualquier época del año!
- Filtro solar: sí, el sol también sale cuando hace frío. ¡Nunca olvides proteger tu piel frente a los daños solares! Si además de sufrir por la temperatura provocas que tu piel se dañe por el efecto del sol, se producirá un combo muy poco agradable para tu cutis. ¡Precaución ante todo!
- Ten muy en cuenta tu tipo de piel: nunca abandones tu rutina facial de hidratación, en otoño e invierno tu piel te necesita más que nunca. Si tu piel es sensible, ¡extrema los cuidados! Utiliza productos específicos para la sensibilidad y para los efectos del frío.
- ¡Hidrátate también por dentro!: si el frío provoca deshidratación, ¿no te parece lógico que haya que recuperar esa pérdida de agua sea como sea? No te quedes en la superficie: hidrata tu piel, pero también tu interior. ¡Bebe mucha agua y mantén los niveles hídricos en una condición óptima!
- No abuses de la calefacción: sí, sabemos que suena a broma, pero es cierto. Si en verano el aire acondicionado en exceso y los cambios de temperatura perjudican a tu piel, ¡tiene sentido que ocurra lo mismo en invierno, pero a la inversa! Se recomienda utilizar humidificadores que regulen el ambiente en casa para contrarrestar los efectos del calor y mantener un nivel de humedad relativamente estable y beneficioso para la piel.