Hicimos noche en un hotelito entre los afluentes del rio dulce llamado Casa Perico, un lugar muy relajado, donde tuvimos un tiempo para descansar y para bañarnos en el río, porque el propio hostal tenía unos botes que prestaba a los que se quedaban a dormir; a golpe de remo salimos del afluente en el que nos encontrábamos y fuimos hasta el río dulce a darnos unos chapuzones desde una plataforma flotante, estuvo muy entretenido.
Luego tomamos un bote colectivo hasta Livingston, costa Caribe. Tanto escuchar historias de Livingston, de sus rastafaris, sus garífunas y su música en vivo quizás fue lo que hizo que nos desilusionase un poco, resultó ser un pueblo bien pequeño y no tan pintoresco como lo pintan, pero quién sabe, quizás fue la época de poco turismo la que hizo que allí no hubiese gran cosa que hacer; también pudo ser el mal tiempo y la lluvia de por la mañana que nos impidió ir a visitar los siete altares (unas cascadas cercanas que igualmente en esta época están secas) y la playa blanca.
Pero no nos desanimamos, agarramos otro bote hasta Puerto Barrios, y desde allí autobús hasta La Antigua, donde estamos ahora mismo y desde donde hacemos excursiones de día a los sitios. Hoy hemos estado en el mercado de Chichicastenango, que es bastante grande y hemos paseado entre la gente vestida con sus trajes tradicionales, también hemos visto un poco de la mezcla de cultura maya y católica que hay por allí, muy curioso. Mañana vamos a ir a Santiago de Atitlan, a ver si alcanzamos a ver al Maximón, que es una divinidad que deben tener a punto para sacarla a pasear en semana santa. Subo un popurrí de fotos.