Mi nombre es Macarena, siempre fui la más “grandota” entre mis compañeras y amigas, nunca me importó cuidarme en las comidas, ni las cantidades que consumía.
En el 2011, tuve un acontecimiento que fue muy fuerte para mí, le dio un ACV a mi papá. Al ser la mujer más grande entre mis hermanos, tengo un hermano tres años más grande que yo y una hermana cinco años más chica, tuve que hacerme cargo de los quehaceres de mi casa y las comidas que hacía siempre eran pizzas, milanesas fritas y fideos, más que nada por la rapidez en la que se realizaban.
En el 2012 murió mi papá y mi consuelo lo encontré en la comida y en el sedentarismo. Me la pasaba acostada, no quería hacer ningún tipo de actividad física y me daba flojera salir a comprar al kiosco de dos cuadras de casa. Y así fue como engordé más de veinte kilos, llegando a pesar 127, que fue lo máximo que marcó la balanza.
Mi mamá siempre me decía que tenía que hacer algo por mí, que tenía que preocuparme por mi salud, que no me estaba haciendo un bien, y que lo que hacía, que era hacer nada, no me iba a llevar a ningún lado.
El cambio
Me obligó a ir la médica clínica para que me convenciera de hacerme análisis para que viera que los resultados no me iban a gustar y que tenía que hacer algo. Y así fue, me hice unos análisis de rutina y los resultados de todas las hormonas dieron altísimos. Ella me derivó a un ENDOCRINOLOGO, ya que mi mayor problema era hormonal.
A las semanas asistí al turno que tenía programado con el famoso DOCTOR RICARDO ESTRELLA, especialista en endocrinología, (cómo no va a ser especialista y famoso si el viejo tiene más de 85 años), le mostré los análisis que me había hecho, y recuerdo que se sacó los anteojos, me miró de reojo y me dijo :-“señorita usted tiene la insulina por las nubes”. Yo no entendía nada, y me explicó que podía ser propensa a ser hiperinsulinémica. Me dio una hoja escrita en chino con todos los nuevos análisis que me tenía que hacer, en los que estaba la curva de la glucosa. Me hice los análisis esa misma semana y a la siguiente le llevé los resultados.
Ese día que fui de nuevo a su consulta, fui con mi mamá porque me daba miedo el solo pensar que me iba a decir, yo ya había mirado los resultados y me salían todos altísimos.
Cuando él miró la hoja que me habían dado del laboratorio, el doctor me dijo: “-Señorita bienvenida al mundo de los hiperinsulinémicos. Desde hoy va a empezar un tratamiento que si lo sigue al pie de la letra como yo se lo doy, va a obtener resultados que ni usted se imagina.” Me dio un tratamiento el cual consiste en hacer dieta, comer carnes, verduras y frutas, y nada de azúcares, harinas ni de esas cosas por el estilo.
Como yo llevaba mi vida sedentaria, me levantaba para almorzar, me acostaba a dormir siesta, después tomaba la media tarde y después cenaba, no entendía nada. Y una de las pautas del tratamiento es que tenía que hacer 8 comidas al día, yo estaba sorprendida, porque cómo iba a comer tantas veces para poder adelgazar así se me regularizaban los resultados de los estudios. Me explico a las horas que tenía que hacer las comidas, y que después del desayuno, almuerzo y cena, tenía que tomar una pastilla, DBI metformina.
Me explicó también como tenía que hacer el tratamiento y luego me dijo que yo padecía de hiperinsulinemia, una enfermedad que puede ser hereditaria, la cual muchos médicos no conocen y si no es tratada a tiempo, puede que la persona sea diabética muy joven ya que la cantidad de insulina que el páncreas produce en su vida útil iba a ser liberado muy rápidamente.
Antes y después
Desde ese día empecé con el “régimen” un 28 de octubre de 2015, haciendo las ocho comidas al día como él me había dicho, saliendo a caminar todas las mañanas para poder activar mi metabolismo más rápidamente.
El primer mes bajé casi diez kilos, yo lo empecé a notar en la ropa. Un mes antes de empezar con la dieta, me había comprado un jeans talle 56, y ese mismo pantalón ya me empezaba a quedar suelto.
Fui varias veces a control con el médico, siempre me decía que no bajara los brazos, que como iba, me iba a sorprender con los resultados, también me retaba porque hacía un desarreglo y no bajaba lo que tendría que haber bajado. Así estuve un año y varios meses, cumpliendo con lo que me decía, haciendo ejercicio ocasionalmente. En ese año empecé la facultad, y me controlaba muchísimo con las comidas y a las horas que las debía consumir.
El cambio físico empezó a ser bastante notable, la ropa ya me quedaba suelta, empecé a usar talles que usaba cuando tenía 16, 17 años. Pude volver a usar la ropa que usaba cuando tenía 15 años. Yo me empecé a sentir más segura, mi autoestima ya no estaba por el piso.
Este año, fui en enero al control de principio de año, el doctor sacó mi ficha y me dijo:-“ nena subite a la balanza”, (yo ya le había perdido el miedo a la balanza, en realidad de ver el peso que me iba a mostrar) “-vamos a ver en cuanto estás ahora”; me subí a la balanza y cerré los ojos, y cuando me dijo listo bajate, abrí los ojos, me bajé y me fui a sentar a mi silla. Él fue a sentarse a su lugar, agarró mi ficha, me miró y me dijo: NO LO PUEDO CREER, a lo cual yo le respondí que qué pasaba; y me dijo”-
Macarena estas pesando 81 kilos, ¿sos consciente de eso? Nunca ninguna paciente que yo he atendido ha bajado tanto de peso, empezaste con 127 y ahora estas en 81 kilos.
Ni él, ni yo podíamos creer que la chica sedentaria, con cero ganas de hacer nada, hubiera adelgazado 46 kilos.
Y así fue, que mi mamá obligándome a ir a un doctor porque yo le decía que estaba bien como estaba, que ella estaba loca, terminé bajando casi 50 kilos, (actualmente hago bastantes desarreglos porque me cansé de seguir al pie de la letra) pero sigo pesando lo mismo, o uno o dos kilos menos.
Hago ejercicio cuando tengo tiempo y sigo haciendo las ocho comidas. Pase de usar talle 56 de pantalones a 44, del XXL al L o M dependiendo la prenda. Pero creo que lo que más me dolió fue bajar el talle del corpiño, del 115 al 85.
El cambio que hice no fue sólo físico, también fue actitudinal, aprendí que para querer lograr algo hay que tener perseverancia, disciplina, voluntad y sobre todo ganas de querer cambiar. Que hay que salirse de la zona de confort para descubrir cosas nuevas, como por ejemplo que conozco la ciclo vía de Godoy cruz de punta a punta y antes no salía de mi casa porque me la pasaba durmiendo.
Maca antes y ahoraLo que más me queda, es que muchas personas me dijeron que nunca iba a poder lograr nada en mi vida, que siempre iba a ser una gorda. Y mírame ahora, pesando 80 kilos, cursando el segundo año de mi carrera y en mi mejor momento.