Pues sí. Estamos en casa más contentos que unas castañuelas. Ha sido un camino largo y duro. Ya he hablado de ello otras veces y no me quiero repetir. A modo de resumen para los recién llegados, os diré que mi hijo pequeño nació antes de tiempo y que estuvo muy malito. Por suerte, consiguió recuperarse y, cuando salió del hospital, era un niño sano, aunque con un retraso madurativo. Desde que salió de la UCIN, hemos asistido a sesiones de fisioterapia. Todo le ha costado más esfuerzo que ala mayoría de los niños . Hace justo un año ejercitaba el volteo. Durante meses asistí a la frustración de mi hijo por no conseguir algo que la mayoría de los bebés hacen automáticamente en un determinado momento. Pero mi pequeño tuvo que trabajar muchos músculos y movimientos para conseguirlo. Días después de desahogarme en un post, mi pequeño se dio la vuelta solito y el mundo cambió de perspectiva.
Porque, aunque mi bebé no tenía ningún retraso cognitivo, su retraso físico le afectaba a nivel intelectual. Uno y otro van ligados. Un niño que se da la vuelta o gatea o se pone en pie recibe un mayor número de estímulos, tiene nuevas formas de explorar el mundo y de indagar que otro que no lo hace. Así que cada avance de los músculos de mi pequeño implicaba muchos nuevos aprendizajes y más posibilidades de mirar el mundo.
Durante casi dos años le he visto luchar contra las limitaciones de su cuerpo y contra su propia frustración. Sí, frustración porque su cabeza le pedía hacer cosas que su cuerpo no le dejaba aún hacer y eso es muy frustrante. Aún así es un niño más dado a la risa que al llanto y bastante terco y luchador, así que su propio carácter le ha ayudado en todo momento .
Desde que comenzó a andar, todo ha cambiado. Su evolución ha sido tan rápida que casi no podíamos creerlo. Cada paso acortaba un poquito más la distancia entre su desarrollo madurativo y su edad . Por fin, hemos recibido la mejor noticia: el alta. Ha sido uno de los momentos más emocionantes. Hemos llorado todos: la fisio, la trabajadora social, la directora del centro de atención temprana, la secretaria, una madre que esperaba a que su hija saliera de su sesión (con la que comparto ratos en la sala de espera y que ya es una buena amiga). ¿Y el protagonista? Pues el protagonista de este post sale tan cansado de sus sesiones que se ha quedado dormido y no se ha enterado de nada. Pero se ha encontrado con unas inesperadas natillas de postre y tendrá una merecida celebración este fin de semana.
Ya sólo quedan un par de médicos por dar el alta, pero cada vez veo más cerca el final de este sin parar de consulta en consulta y de una prueba a otra. Da mucha alegría haber llegado a este punto, pero también haber conocido por el camino tanta gente estupenda con las que hemos compartido viaje . Fisios (gracias, Cristina, Marta y Esther, sin vosotras no habría sido posible), pero también médicos, enfermeros, madres y niños maravillosos que hemos ido conociendo, que nos han permitido asomarnos a sus vidas y que nos han enseñado mucho.
El aprendizaje ha sido una de las bases de los últimos dos años. Mi hijo ha realizado un aprendizaje tras otro y, a su lado, yo he realizado mi propio aprendizaje. Como madre y como persona. Su nacimiento ha marcado un antes y después en mi vida, ha alterado las prioridades y ha sacudido las certezas. Ha dado la vuelta a mi mundo y lo ha vuelto a poner en orden. Y yo sólo puedo estar agradecida por haber podido compartir con él este camino.