Revista Coaching

Llegó el momento de los sosos ¿afortunadamente?

Por Formación Y Control @FyControl

Llegó el momento de los sosos ¿afortunadamente?

Se buscan políticos y directivos SOSOS. Absténganse los triunfadores brillantes y ambiciosos. Eso sí, sosos pero profesionales.

Lo explico, pero me voy a tener que alargar. En el 2014 celebraremos el 100 aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial. No será solo una celebración rememorativa. Gran parte de lo que nos está pasando tiene su origen en ese año. Aquí voy a ir “de loca”. Y es que en este post  me ha dado por ponerme social-filosófico. Intentaré corregirme en los próximos.

Primero fue el  Tiempo del Dolor. De 1914 a 1945 el mundo estuvo en guerra, con un pequeño descanso tampoco demasiado grato (crisis del 29). Fueron varias generaciones destrozadas. Y con ellas, cayeron una serie de principios y valores que, mal que bien, habían servido de sustento y criterio. Era una generación enferma, que intento resolver sus males por el camino equivocado. En vidas, recursos, bienes, ideas, y detrás de todo, DOLOR, jamás podremos valorar lo traumatizada que quedo nuestra sociedad, y como exportamos aquel trauma a las demás.

Tras la Paz del 45, empezó el tiempo de recuperación. Y la humanidad decidió premiarse a sí misma. Es normal, si sales de una larga enfermedad, tiras “la casa por la ventana”. Es lo que denomino el Tiempo del Cachondeo. Además teníamos la amenaza de “la bomba” siempre pendiente sobre nuestras cabezas. Y si íbamos a ser quemados en un Holocausto Nuclear  ¿qué mejor que quemar los días? Podría haber estado bien, si se hubiera limitado a unos pocos años. Pero es que se organizaron dos fiestas distintas, y cada cual quiso llenar la suya al máximo: la fiesta del comunismo y la del consumismo. Pero ambas fórmulas se basaban en una misma promesa, “te mereces lo mejor”, solo que unos prometían coches y tontadas, y los otros “una sociedad sin clases”. Tontadas más gordas y peligrosas.

Los capitalistas lograron montar una juerga bastante más llamativa que la estructurada por los ideólogos, que estos tienen siempre una perniciosa vena moralista. Así que en 1989 (caída Muro Berlín) se optó por una sola forma de recompensarnos por los traumas vividos… por otros: el consumismo. Y la juerga se prolongó, esta vez en orgía total, hasta el 2007. Como toda fiesta, los que viven alrededor acuden como moscas a la miel, aunque para ello deban dejarse la vida en pateras. No es el hambre lo que mueve a muchos de ellos. Es el brillo de las luces, el sonido de la música y el contoneo de los danzantes.

La clase dirigente que nos ha guiado en los tiempos del despilfarro y el cachondeo, son los buenos para las fiestas. Nos extrañamos que un actor (Reagan) se presente y gane una Presidencia. Es normal, para dirigir un cachondeo ¿quién mejor que un cachondo? Comparamos nuestros políticos con los de tiempos pasados, y quedan ridículos. Tampoco debe extrañarnos, Churchill, Stalin, o el mismo Franco, eran gente bragada porque los suyos eran tiempos bragados. Nos extraña el poder de Hollywood (mayor que el del Pentágono) o la capacidad de convocatoria del fútbol. Es solo más juerga. Uno de los grandes errores de  Aznar fue ser un sieso cuando todos estábamos en la celebración.

Y los siesos se cargan cualquier ambiente festivo, por eso, era mejor quitarlos de en medio. E igual en gestión empresarial. Hemos potenciado directivos con “nombre”, llenos de planes ambiciosos, capaces de montar “imperios” en quinquenios que caen en semanas, y destrozar empresas con décadas de historias de éxito y trabajo en un par de años. Directivos que han consumido vidas de otros para su brillo y esplendor. Fuegos artificiales. No todos, obviamente. Si demasiados para lo que el sistema puede aguantar.

Y es que, generalmente, el que sabe animar la fiesta difícilmente puede reconvertirse para dirigir el trabajo serio.

Les criticamos- a tiempo pasado- a nuestros políticos (y directivos)  diciendo que se dedicaban a  animar el cotarro, cultivar los oídos y a quemar recursos a lo loco para proveer de pan y circo abundante (siempre ellos en el palco, claro). No es una crítica justa. En todo caso, envidia, se han divertido más que nosotros, se han llevado a “la guapa/o del baile”, con nuestro dinero. Gente lista. Pero es lo que les pedíamos.

Pero las juergas agotan. No solo los recursos, también a los participantes. Vivir en una perpetua orgía carece de sentido, sobre todo, cuando ya no tienes con que pagarla. Así que ahora llego el tiempo de los sosos. Para la política, para la empresa, es el tiempo de los sosos. Trabajadores. Hormiguitas.  Si además son profesionales. Porque un soso está bien… si proporciona resultados.

Murió el Tiempo del Cachondeo. No volverá. Los resacones son prolongados, y recuperar la cartera para costearlos, no es fácil.  La duda es  ¿hacia qué tiempos vamos?  ¿Mi hipótesis? Igual estamos maduros para encontrar una nueva senda, llamémosle “EL Tiempo de la Sensatez”. Ecología, conciliación, mayor igualdad, y todas esas cosas que como propuestas tapaba la música, y que ahora se escuchan más fuerte. O a lo mejor, todavía no estamos para eso, y las nuevas generaciones entienden que ellos quieren prolongar el cachondeo. Entonces, ya saben: dolor de cabeza (crisis), propósito de enmienda (la  medianía justificada en lo políticamente correcto), tiempo de las buenas intenciones, acumulación de recursos, y de nuevo a otra juerga.

¿15 años para que lo sepamos?

 


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