Camino sobre charcos y brinco sobre sueños, me salto las bancas y grito a voces en el pecho lo mucho que te quiero.
Ciego mi mirada, que no vuelva a reír con la tuya; le digo un secreto a los recuerdos que juraron no volver a pronunciar ni a los mismos Dioses que han sido testigos de ti y de mi.
Brinco y mis botas se empapan, me recuerdan aquel día en el que el último beso toco mis labios y un suspiro entró por siempre a mi pensar. Me recuerdan el día en el que te prometí el cielo cuando tan siquiera podía caminar con las estrellas en mis hombros.
Me gusta la lluvia porque le huyo como a los gatos mundanos y me impulsa a correr; a brincar sobre sus brotes en el suelo me lleva la lluvia y me ahoga en ella como castigo.
Brinco a charcos y lloró sobre recuerdos de limón en azúcar morena, dulce y amarga lluvia que llegas a la tarde para llenar mis ventanas de las lágrimas, lágrimas de Dioses que siguen esperando tu regreso y el de sus estrellas que robe para ti.