Todas las bibliotecas (las municipales, las de la Diputación, las escolares) son necesarias, son una parte activa en la construcción de la sociedad, son lugares privilegiados para la socialización, están abiertas a todo el mundo, son espacios donde los niños pueden descubrir libros, unos libros que activarán su mente, su imaginación y su creación.
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Uno de nuestros objetivos como educadores debería ser conseguir que los alumnos no sean unos simples leedores - como diría Borges -, sino que pasen a ser auténticos lectores capaces de emocionarse con la lectura de un poema de García Lorca, lectores a quienes tiemblen las manos cuando lean La historia interminable, que se enternezcan con el elefante Elmer, que se alíen descarademente con Fabián contra la guerra, que crezcan y encuentren los argumentos y criterios que les permitan comprender la vida, conocerla y vivirla mejor.
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No se defiende que la lectura sea fácil, más bien al contrario, la lectura debe significar descubrimiento, emoción. La lectura tiene que arrastrar al niño o la niña a un esfuerzo por comprender, por desenmascarar misterios. Los buenos libros actúan tensando la cuerda sin que se llegue a romper. Hemos de poner en manos de nuestro alumnado lecturas que propicien el contacto directo con un texto que debe ser recreado, imaginado, vivido, emocionado al fin y al cabo.
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La lectura nos sitúa ante un enigma, una adivinanza. En realidad de lo que se trata es de llenar un vacío. La lectura nos entra como entra el aire en los pulmones. El aire no sólo entra y ya está. El aire entra porque en los pulmones hay un vacío y este vacío empuja al aire a entrar. Es este vacío el que hay que llenar, es así como respira la lectura. Hay un vacío que hay que llenar y sólo se puede llenar leyendo. Si no existe la necesidad de conocer, de resolver enigmas, de poco servirá que en casa o en la escuela tratemos de empujar las lecturas hacia adentro.
Jaume Centelles es maestro de profesión y amante de los libros de vocación. Desde el CEIP Sant Josep El Pi de L'Hospitalet, y concretamente desde el espacio de la "BiblioteVa Joaquim Carbó", invita a leer a todos los que se acerquen con un vacío por llenar. Los fragmentos de ahí arriba son de su imprescindible libro La biblioteca, el corazón de la escuela, repleto tanto de reflexiones como de ideas prácticas para hacer que la biblioteca se convierta en lo que debería ser: el eje vertebrador de la escuela y, por lo tanto, de la educación infantil.
El lunes pasado tuve la oportunidad de pasar un rato en esta biblioteca. Pocos espacios tan mágicos como este he tenido el placer de visitar a lo largo de los años. Se nota que detrás hay alguien que ama las historias, la literatura, y sabe cómo transmitir ese amor. Por eso este año le hemos dado un premio. Sabemos que Jaume no es el único, gracias a dios, y que nuestro premio es humilde y silencioso (igual que lo era la bibliotecaria que le da nombre), pero no por eso vamos a dejar de enorgullecernos de ambos.
Fue un gran día, el lunes 29 de octubre... solo quería compartir un pedacito de él con todos ustedes :-)