Hoy os traigo la reseña de un libro al que, cuando salió publicado, decidí que tenía que leer sí o sí: Llévame a cualquier lugar. Una vez más, la editorial Plataforma Neo ha dado en el clavo y eso provoca que cada vez que sacan una novela nueva, esté deseando leerla. En este caso, además, es de una autora patria, Alice Kellen, y encima una sinopsis muy atractiva:
Léane es una chica francesa que está estudiando periodismo en una universidad británica, gracias al esfuerzo de sus padres y una beca. Por eso, cuando se entera de que hay un concurso de reporteros para ganar unas prácticas en una cadena de televisión y que encima también otorgan una cuantiosa cantidad de dinero, no lo duda dos veces y decide participar para asegurar que puede seguir estudiando ahí. Al principio, todo va bien, ya que es elegida, pero es entonces cuando su camino se cruza con el de Blake.
Blake es un chico inglés con sus propios problemas, lo que provoca que intente controlarlo todo. Además, es alguien que valora sus sueños por encima de lo demás y, en este caso, está más que dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar el concurso. Desde el primer momento algo en Léane le pone histérico, pero no es hasta cierto incidente cuando le declara la guerra la chica y, entonces, se inicia una batalla entre ambos. Encima, por si no tuvieran suficiente con llevarse cada vez peor, se ven obligados a pasar tiempo juntos cuando sus respectivos amigos comienzan a salir. Y, claro, el roce hace el cariño y las discusiones no pueden ocultar la atracción que sienten entre sí.
Alice Kellen publicó Llévame a cualquier lugar en formato e-book y Plataforma Neo acabó interesándose tanto por la historia que la ha publicado. Por tanto, era más que evidente que se trataba de un buen libro. Pues, a pesar de saber eso, de pensar eso, Llévame a cualquier lugar me ha sorprendido muchísimo.
En primer lugar, por lo mucho que me enganchó. Creo que me lo leí en dos días, pues ni podía ni quería dejar de leer la disputa entre Léane y Blake. Quería saber qué iba a suceder a continuación, cómo iba a acabar todo aquello.
En segundo lugar, por lo sumamente bien escrito que está, pero en todos los aspectos. No sólo su narrativa es maravillosa, muy bonita y expresiva, sino que todos los elementos del libro encajan a la perfección: trama, personajes, situaciones... Alice Kellen logra que te rías con ganas, también que te emociones y, sobre todo, que comprendas y empatices con esa gran protagonista que es Léane.
Léane es una chica muy real, una de esas que podrías encontrarte a la vuelta de la esquina, de la que fácilmente podrías hacerte amiga: lista, responsable, amiga de sus amigos, obsesionada con los pintauñas y un poco metepatas en depende qué situaciones. Léane no sólo mantiene una gran relación con sus padres (no todos los protagonistas tienen que tener unos padres horribles que les traumatizan), sino que cuida a su mejor amiga al mismo nivel que ésta cuida de ella. De hecho, es que Léane es una muy buena persona que acaba despertando el odio de Blake por un mero accidente.
Y es a Blake a quien quería llegar. Porque Alice Kellen hace un trabajo estupendo con Léane, pero creo que lo que logra con Blake es aún más difícil de hacer.
La novela está escrita alterando los puntos de vista de ella con los de él, por lo que tenemos la oportunidad de ver qué piensa y cómo reacciona cada uno a los mismos hechos que afectan a su relación. Bien, pues mientras que Léane se ve arrastrada a esa relación de odio total por un mero accidente, Blake la provoca. Porque al principio del libro Blake es un auténtico gilipollas. En serio, yo no entendía cómo pensaba la autora venderme una relación romántica con semejante capullo. Sin embargo, poco a poco empieza a ahondar en Blake, a mostrarte cómo es y acabas postrada a sus pies.
Porque, sí, al principio Blake es terco como una mula (algo que se conserva a lo largo de la novela), pero también se comporta como un crío consentido y narcisista, que se empeña en que Léane va a por él y no atiende a razones. Luego, a medida que Alice Kellen va explicando su entorno, también cómo es su familia, acabas comprendiendo a qué viene tal empeño en controlarlo todo. También ayuda el que empiece a darse cuenta de que, quizás, Léane no es lo peor y se abra a ella.
La relación entre los dos está muy bien desarrollada. Poco a poco, a fuego lento, por lo que queda muy natural y evoluciona mucho a lo largo de la novela. Porque en Llévame a cualquier lugar los protagonistas de verdad tienen un señor rifirrafe, se hacen de todo y en muchas ocasiones se comportan como auténticos críos. Pero luego se van conociendo, van viendo más allá de sus prejuicios y se van enamorando. La verdad es que es todo muy bonito, también tierno, pero la autora no llega a cruzar esa peligrosa línea que separa lo romántico de lo cursi y vomitivo.
Y aunque sea una historia romántica, también trata sobre otros temas como la familia, la amistad, el tener valor y perseguir los sueños y luchar por lo que quieres.
De hecho es que Llévame a cualquier lugar tiene una gran galería de personajes secundarios, muy bien perfilados. Éstos tienen sus propias personalidades, también sus propias relaciones con todos los demás y sus propios problemas. Alice Kellen no los desarrolla tanto como los de los protagonistas, pero tampoco se olvida de ellos y logra un grupo de amigos que funciona muy bien.
Vamos, que no puedo encontrar ningún pero a Llévame a cualquier lugar. Si os gustan las novelas románticas y divertidas, debéis leerla sí o sí. En serio, no os vais a arrepentir porque es genial.
El próximo lunes literario estará dedicado a... El estudiante de John Katzenbach.