A segundo grado llegué, y ella solo dijo, Ah esa, sigue aquí…pero ya había visto el rotulo luminoso de la Coca Cola, y sabía que tenía otros amiguitos que lentamente, como corderitos, las letras de las Lecturas Programadas de Nora R., de Chacón, brincaban sobre las X, mención insuficiente, con que cada fin de trimestre, la maestra decía, usted para qué…
En tercer grado, como el alfarero que le dice al barro te he creado para algo, dejó en el escritorio de la señora que me enseñaba, Corazón Valiente, El Moto, y MI HOGAR Y MI PUEBLO, mi 3er o cuarto libro, que desde la misma rama en que la pajarita pinta se columpiaba, me escondía de las burlas porque ella hizo una obra de teatro, con Más debajo de la piel, en la que no participaba porque a mis compañeros los pintaron con betún y hablaban como negros porque Yo para qué…Para cuarto grado, un viento azul, se la llevó lejos pero el daño ya estaba hecho: me encantaban los libros, y no he dejado de leer, porque el destino, es el destino, una de esas personas que caminan con un signo de interrogación aislado, pero siempre escandaloso, por eso, gracias bibliotecas, bibliotecarios, y sobre escritores por darnos ese maravilloso abrazo de aprender a volar con los libros…
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