Por uno de esos enredos de la historia, Llívia es una isleta de tierra española rodeada de tierra francesa a ocho kilómetros de Puigcerdá, en el Pirineo oriental. Se comunica con el resto de la patria hispana por una carretera que atraviesa territorio galo. Durante la Guerra Civil, las tropas de Franco tuvieron que solicitar permiso al Gobierno francés para pasar a ocuparla. Llívia limita con las comunas galas de Targasonne, Estavar, Saillagouse, Sainte-Léocadie, Bourg-Madame, Ur y Angoustrine-Villeneuve-des-Escaldes. Por tanto, constituye un curioso enclave de España en Francia. El único en el extranjero. Uno de esos peculiares lugares no turísticos de nuestra geografía e historia.
En virtud del Tratado de los Pirineos de 1659 (que puso fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años), España entregó a Francia los 33 pueblos de esta comarca (zona oriental de la Cerdaña), pero Llívia se excluyó del expolio porque ostentaba el título de villa, privilegio concedido por el emperador Carlos V, por lo que continuó bajo dominio de la Corona española. Estas comarcas habían pertenecido al Imperio Carolingio (Reino Franco) y con posterioridad fueron cedidas a la Corona de Aragón.
Vista aérea de la localidad de Llívia./Marcbel
No obstante, el pasado de Llívia acontece pretérito en los tiempos. Para empezar, la leyenda atribuye al mismísimo dios Hércules la fundación de la ciudad. Ésta, en la Antigüedad adoptó el nombre de Kerre (sierra o lugar rocoso), que dio paso al topónimo Cerdanya, que lleva poblada cosa de cinco milenios, que no es poco. Los romanos la llamaron después Iulia Lybica, con los visigodos adoptó el nombre de Castrum libyae y con la llegada de los árabes pasó a ser Medinet – el- bab (Ciudad de la puerta)
No muy lejos de aquí cruzaría el mismísimo Aníbal los Pirineos con sus tropas y elefantes en busca de la conquista de Roma allá por el siglo III a.C. Llívia también dice enorgullecerse de ser, según algunos autores, la cuna de Cataluña, ya que el conde Sunifred, padre de Wifredo el Velloso, vivió y gobernó desde Llívia.
El estallido de la II Guerra Mundial y la ocupación nazi de Francia a mediados del siglo XX motivaron el patrulleo constante de los soldados alemanes por la zona. Se trataba de un núcleo de importancia estratégica. No en vano, el Gobierno de Hitler dirigió a Madrid una petición para que vigilara estrechamente Llívia que, por su condición geográfica, podía convertirse en un nido de conspiradores y espías. Más de un centenar de policías armados llegaron a Llívia para controlar cualquier movimiento de sospecha.
Mojón que delimita, cerca de Llívia, la frontera entre España y Francia./Lliviés
Hasta 1995, año en el que entró en vigor el Tratado de Schengen, existió un puesto aduanero español en la carretera, justo a la entrada en Puigcerdá, pero resultó desmantelado. Hasta ese mismo año, la carretera, cordón umbilical que une a Llívia con el resto de España, estaba vedada para cualquier coche con matrícula que no fuese española. Ahora en la localidad catalana las tiendas ponen los carteles hasta en tres idiomas.
Llívia es un pueblecito encantador, limpio, cuidado rodeado de espectaculares paisajes, como tantos otros de los Pirineos, pero quizás uno de sus mayores atractivos para los aficionados a la historia y las antigüedades es su famosa farmacia, que pasa por ser la más antigua de Europa, aunque no es la única localidad comunitaria que reivindica dicho título. La botica es de origen medieval, aunque fue fundada a principios del siglo XV.
Plaza de Llívia./MarkCat
La localidad gerundense está situada a los pies de una colina en la que antiguamente se erigía un castillo, destruido en 1479. El viajero podrá subir por las tortuosas y empinadas calles del núcleo antiguo, declarado conjunto histórico artístico, hasta llegar a la iglesia de la Virgen dels Àngels, de estilo gótico tardío y fachada renacentista.
Al lado de la iglesia se encuentra la torre de Bernat So, de planta circular, construida en el siglo XV, y que antaño albergaba una prisión. Enfrente se halla el Museu Municipal de Llívia, cuya atracción principal constituye precisamente una importante colección de tarros de cerámica decorados con cobalto de la farmacia comentada anteriormente.
Dónde dormir: Hotel Bernat de So; Calle Cereja, 5; Llívia (Gerona); teléfono: 972146206.
Dónde comer: Can Ventura; Plaça Major, 1; Llívia (Gerona); teléfono: 972896178.