Revista Opinión

Lloro, luego existo

Publicado el 04 marzo 2016 por Hugo
El respeto por la realidad (que implica valorar la búsqueda de la verdad) y el respeto por el prójimo están íntimamente entrelazados. Entre otras razones, porque la primera realidad para nosotros –para los simios supersociales que somos- es el prójimo: el otro semejante a mí.
Jorge Riechmann, 2010Entre la cantera y el jardín
¿Y si la simpatía que sentimos hacia los conceptos fuera una continuación de la simpatía que sentimos hacia las personas? ¿Y si la preocupación por obtener un saber cierto fuera otra manera de preocuparse por los demás? Lloro, luego existo. ¿No es eso? Un pensador sería tanto más habilidoso cuanto mejor se llevase con las ideas, cuanto mayor fuese su amistad con ellas. Comprender el entramado de las ideas no sería diferente de comprender el comportamiento de los humanos. En ambos casos sería necesaria una gran capacidad de empatía y de afecto. Amo, luego comprendo. La misma habilidad que nos sirve para ponernos en la piel del otro nos serviría también para pensar con las ideas del otro. Quien fuese bueno en lo primero tendría más probabilidades de ser bueno en lo segundo. 
¿Por qué si no la mayoría de los poetas, de los actores, de los escritores, de los artistas, de los humoristas, de los filósofos, de los científicos sociales y naturales son «de izquierdas»?

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