Lucrecia García nació el 15 de septiembre de 1968 en la clínica San Cosme y San Damián de Barcelona, poco después sería entregada a unos padres adoptivos.
A esta chica sus padres le hablaron que cuando era un bebé fue entregada en una cita frente al hotel Ritz la cual sería como en una película pues a su padre le ordenaron que ni siquiera saliera del coche para recogerla. También narra que poco después sus padres salieron “pitando” de allí hacia su casa y cerrar la puerta con todas la llaves posibles. La persona que la había entregado era de una influyente familia catalana que según dice se dedicaban a recoger a madres gestantes para luego entregar a los recién nacidos pocas horas después. Esto sucedió mucho entre 1967 y 1968 según explica.
La historia comienza cuando sus padres descubren que no pueden concebir hijos y descubren, a trasvés de una prima suya, que una familia los entrega e incluso preguntan si desean si es niño o niña, ellos optan por la segunda opción. A los tres meses les llaman comunicándoles que ya han conseguido al bebé. Ahora dudan de si su madre biológica necesitaba darla en adopción, aunque en aquel tiempo les aseguraron que la joven quería entregarla, o la habían engañado como sospecha ella y sus padres.
Tras entregarle al bebé les reclamaron 500.000 pesetas. Poco después en su bautizo se encontraban la familia que había conseguido adoptarla y les advirtieron que todavía podrían llevarse a la menor. En aquella época comenta que su madre y su padre no se llevaban bien.
Más tarde cuando creció quiso saber de su pasado e interrogó a sus padres, pero la respondieron que no pudieron pedir papeles porque no se atrevían. Además cuenta que lo poco que ha descubierto es porque ha hablado con mujeres en su misma situación (que en son la mayoría) ya que las dos veces que ha pedido información por vía judicial se la han denegado. También ha tratado de obtener información preguntando al médico que asistió al parto el cual tiene una clínica en el paseo de Gracia pero este le dijo que fuera a hablar con las “monjitas” y la cerró la puerta, ella salió llorando de la consulta, y a las monjas tampoco la ayudaron en su búsqueda. Termina la entrevista con esta frase “Todos tenemos derecho a saber quiénes somos” pues para ella su madre es la adoptiva pero necesita conocer a la biológica.