Revista En Femenino

Lo blanco del jamón (por Arantxa)

Publicado el 10 marzo 2014 por Imperfectas
Lo blanco del jamón (por Arantxa)Lo blanco del jamón es una de las cosas que a mi hija pequeña le da asco comer. Una de tantas. Ya sea el tocino del jamón serrano o del ibérico. Es una comedora pésima y eso en una niña algo delicada -van cuatro ingresos hospitalarios en cinco años de vida, el último más serio que los restantes- es un motivo casi constante de preocupación. Y de estrés y sufrimiento.
En estos casos todo el mundo tiene la palabra justa, el consejo que dará con la solución a tu problema. Sobre todo –tiene guasa-si son padres cuyos hijos son excelentes comedores. Pero no hay recetas mágicas.
Mi hija es delgada, muy delgada, lo cual es consecuencia de comer poco y mal. El caso es que cuando nació era una moza de 3,700 gramos, un peso que para una niña está muy bien. Pero ese percentil pasó a mejor vida.
Por supuesto no se la puede forzar, pues ayer mismo, en el desayuno, esto sirvió para que vomitara toda la leche y la fruta. Si no la hubiéramos insistido para ingerir toda la leche con cacao al menos hubiéramos ganado algo, porque la pera del desayuno era prueba superada, pero de esta forma ni lo uno ni lo otro, porque lo echó todo. Lección aprendida.
Mi pequeña también es muy viva, tiene mucho desparpajo e intelectualmente es rápida. Esto hace que la gente le quite hierro al tema de la comida. “Si la niña está contenta y en el cole va genial. No te preocupes”. Pero como eres su madre te preocupas y te ocupas, por supuesto. Peregrinaje por médicos, intentos de enmendar la situación con estimuladores del apetito -una forma absurda de tirar el dinero-, lectura de libros varios y mucho cuidado en la cesta de la compra. Todo de la mejor calidad que se pueda, vamos, que me he vuelto una pija, porque reniego de las marcas blancas en lo que a mis hijas se refiere.
Todo esto además repercute en tu forma de alimentarte, porque a veces acabas cenando el filete de merluza que no ha querido y como te da pena que el yogur esté a medias te lo comes. Y caes en que se va a caducar otro producto y por no tirarlo lo dejas apartado para comértelo el día siguiente. Porque esa es otra, el derroche de comida. Aquí se ha llegado a tirar jamón ibérico que la moza había guarreado a la basura. Sé que para muchas personas es un pecado, una aberración. No sé qué harían esas mismas personas en mi lugar.
Al final te apoyas en alguna mamá que pasa el mismo infierno. Nunca se me olvidará el día que una madre me contó que una noche durante la cena tuvo una reacción visceral ante la negativa de la nena a ingerir algo que no fuera la leche, como hacía moche tras noche. Nerviosísima, la mamá tiró el plato con la comida al suelo, por no pagarlo con la niña. El cristal se rompíó en mil pedazos y ella rompió a llorar. Esa niña es hoy una espigada jovencita que sigue comiendo mal, aunque su madre ya lo superó hace tiempo.
Quizás esa sea la receta, no desesperar, no desgastarse, tratar de relativizar y seguir intentándolo vistiendo la comida para que a Daniela le caiga simpático lo que vea en el plato. No me digáis que las mandarinas de la foto del blog Cosas de Katy no se merecen un buen mordisco... Por probar no perdemos nada o eso dicen.

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