Cabe hacer una distinción: Es muy distinto el buen sexo de la satisfacción sexual. El buen sexo se puede tener si se da un ajuste sexual azaroso: cuerpos que se atraen, buena dosis de deseo, se complementan, tienen cierta experiencia sexual previa y se ajustan en ritmo y logran una buena respuesta sexual. La satisfacción sexual tiene que ver con una relación que complementa más áreas además de la corporal y que por tanto a lo físico suma el acoplamiento sexual duradero: sintonía en frecuencia, repertorio, sensación de reciprocidad, respuesta sexual y respuesta post sexual. A esto suma el afecto que se genera de este intercambio cotidiano.
Efectos negativos de una relación sexual y en qué casos se dan:
Vacío: Sensación de vacío generalmente cuando no es una decisión consciente sino que se da tras una relación con altas dosis de alcohol u otras sustancias. Pasado el coito la persona puede verse al lado de alguien que quizás ni conoce y viene a la sensación de vacío la probable sensación de repulsión y querer salir corriendo.
Manipulación: A veces cuando la urgencia sexual es mucha, y las estrategias de “conquista” también tienen que ver con la manipulación y el uso del otro como objeto de consumo, aunque la respuesta sexual y el desahogo sea bueno, la sensación de uso, abuso y vacío pueden acompañar la relación.
Exceso: El sexo casual puede tener un efecto rico y estimulante, de vez en vez… pero es como comer de vez en vez “Comida Rapida”; cae rico y es novedad, pero que ese sea tu repertorio alimentario, será pobre e insuficiente.
Culpa: Otro momento en que puede haber un malestar culposo tras una relación sexual es cuando uno experimenta conductas que le parecen “incorrectas”. Aquí cabe diferenciar entre principios y prejuicios. A veces nos sentimos culpables porque traicionamos un código ético y lo que realizamos atenta nuestra integridad o la del otro y consideramos que no se hace desde el propio deseo o del otro sino por el hecho de complacer a los demás.
Miedo: El tener sexo por miedo o por obligación atrofia en muy corto tiempo el mecanismo del deseo y la respuesta sexual. Además, es un ataque a la autoestima pues deja la sensación de traicionarte a ti mismo al no saber poner límites al otro y expresar que no quieres.
Frustración: Por otro lado el no expresar durante la relación sexual lo que deseas, lo que te gusta, lo que necesitas, también puede dejar al final una sensación de incompletud y de depender de “la pericia y buena voluntad” del otro para lograr tu satisfacción. El orgasmo es de quien lo trabaja, y no poder manejarte en libertad para pedir, s ugerir, y darte lo que requieres te hará sentir frustrado.
Ahora, ¿qué favorece que una relación sexual sea satisfactoria?
- Amor: Sin duda el mayor afrodisiaco, aunque la respuesta sexual no sea siempre un orgasmo “cósmico”, es el enamoramiento. Pocas cosas son tan estimulantes y generan tal sensación de comunión y por tanto de deseo sexual que el estar enamorado. En este estado, la relación sexual es en términos generales muy satisfactoria.
- Un encuentro más allá de lo sexual: También puede haber relaciones casuales que dejan buen sabor de boca. Esto tiene que ver cuando además de que el sexo en si mismo sea bueno y la respuesta sexual satisfactoria, el encuentro sea humano es gratificante. Es decir, podemos tener sexo de una sola noche pero hacer de la experiencia algo relevante, enriquecedor, acompañador y no banal.
- “After-sex”: Sin duda, la buena respuesta orgásmica y el trato post orgásmico, son factores en sí mismos que generan bienestar. Por humana y cuidadosa que sea una relación sexual, si nunca se llega al clímax, pues al tiempo será todo menos relación sexual. Del mismo modo si tras la culminación no se da un mínimo de afecto e intercambio, sobre todo a las mujeres, la calidad de la relación por buena que haya sido, se verá reducida.
- Vinculación: El buen sexo vincula, y el buen vínculo facilita el buen sexo y la satisfacción sexual. Así que algo que ocurre tras la práctica placentera del erotismo es la creación de vínculos: te quedas con las ganas de volver a encontrarte, de acercarte, de pertenecer de alguna manera a la vida del otro.