A menudo, en la vida, tomamos demasiadas cosas por sentado. Situaciones, rutinas o conceptos que nos parecen normales y que por ello no paramos a analizar.
No acostumbro a hablar con mi marido de mis blogs. Bueno, de hecho no acostumbro a hablar de demasiadas cosas. Falta de tiempo, los niños interfiriendo. Lo típico. La cuestión es que hace unos días, no sé por qué, salió en la conversación todo este mundo virtual en el que hablamos de cómo cuidar a nuestros hijos. Empecé a hablar del concepto Crianza con apego. Paró de hacer lo que estaba haciendo, me miró y me dijo:
- Un momento. ¿Qué es eso de crianza con apego? La crianza siempre es con apego ¿no?
Me quedé flipando. Como no le contesté, continuó con su filosófica disquisición.
- Si la crianza no es con apego, ¿cómo se llama, crianza del desapego, crianza que te pego, o cómo?
Se quedó sorprendidísimo al descubrir que había personas que discutían y argumentaban sobre algo que él consideraba una auténtica perogrullada. Como decir que la nieve es blanca, vamos.
Y tiene razón. Nunca me había parado a pensar en ello pero es triste que se haya tenido que acuñar una expresión de este tipo para defender algo que debiera ser natural, innato en el ser humano, en las madres y los padres.