El martes 6 de marzo a las 16 horas me llama un apurado un papá, al que conozco desde hace más de 20 años para venir la consulta con toda la prole, para ver si puedo ver a su hijo que se encuentra mal con febrícula, algún vómito, diarreas y cansancio. Pero el problema no es ése sino que tenían una magníficas entradas para ver el partido de fútbol entre el Barça y el Arsenal.l El chico, futbolero de pro, estaba hecho migas pero es un muchachote fortachón de 11 años al que su padre lo tiene que llevar los fines de semana a las ligas de fútbol infantil porque es un buen jugador.
Tras una rápida y completa exploración, tomamos unas medidas drásticas para ponerlo a tono, como un boxeador sentado en la banqueta en una la esquina del ring después de una paliza. Preparamos una estrategia de reanimación y pronuncié la famosa frase: "Nihil obstat". A trancas y barrancas fue al campo.
A mí no me gusta el fútbol aunque me hubiera gustado ver el partido por la tele,pero ese día vino una chica adolescente de 14 años por primera vez. Son visitas largas porque a los adolescentes los entrevisto a solas. Mientras lo hacía, la calle estaba paralizada y, de vez en cuando oía gritos en las casas cercanas - aunque parezca increíble- seguido del el estruendo de cohetes , señal inequívoca de que el Barça había marcado un gol. Al salir de la consulta la calle estaba invadida de coches dando bocinazos a diestro y siniestro que volvían del partido.
Para mis adentros pensé: "Bueno, el chico se lo habrá pasado bien aunque con algún apuro intestinal". Pues no; creo que recordará ese día mientras viva. Al llegar a casa me enteré que Messi había metido cuatro goles y que el jovenzuelo salió curado del partido.
Y es que Messi es mucho Messi; si el entorno no lo estropea puede ser un ídolo para la juventud. Ha logrado que los bajitos puedan jugar a fútbol con sus compañeros de clase, es educado, humilde, respetuoso, nada prepotente y generoso con los compañeros y sólo con 22 años.