Sabréis todos que el pasado lunes un pavoroso incendio arrasó la techumbre de madera y la aguja de la catedral de Notre-Dame de París.
El templo estaba en obras de restauración, y fue un accidente en estas el que provocó el fuego.
Los noticiarios de todo el mundo se hicieron eco y lo contaron con la consabida y esperable consternación.
Vi las noticias del telediario de la primera cadena (TVE-1) de las nueve de la noche, y en él dijeron dos cosas que me parecen la clave de todo lo que sigue:
1.- Era un ESPECTACULAR incendio.
2.- Notre-Dame recibe doce millones de TURISTAS al año.
De ello hay que inferir que: 1) El incendio ha sido un show, una atracción, una cosa digna de ver, admirable y excitante; y 2) El edificio es muy importante por el turismo, y por lo tanto es necesaria su reconstrucción para que sigan viniendo turistas.
Con estas premisas un arquitecto no tiene nada que decir, ya que ni el problema es arquitectónico ni por lo tanto su solución tendrá nada que ver con la arquitectura. Estamos hablando de otras cosas.
Vemos también, sobre todo, el orgullo francés, su grandeur y su chauvinismo. "¿Cómo que se ha quemado la catedral? ¿Y nos vamos a quedar con los barzos cruzados y la cara de bobos? ¡De eso nada! ¡VIV LA FRANS!"
El presidente de la república, Emmanuel Macron, salió a los medios muy emocionado, e hizo de la reconstrucción de Nôtre Dame una cuestión de estado, un símbolo del orgullo nacional.
Y las grandes empresas, las grandes fortunas y la "gente de a pie" empezaron a soltar dinero, incluso algunos lo soltaron en el recipiente que no era.
Resultado: En tres o cuatro días ya hay mil millones de euros disponibles. Lo que no se ha recaudado ni se recaudará jamás contra el hambre se recauda para esto, porque en esto sí está implicada la gente, porque en esto sí ha puesto sus gónadas y su corazón y toda su rabia.
Y, naturalmente, se convoca a toda prisa un concurso internacional de arquitectura para proponer ideas brillantes que consuelen el ánimo del pueblo francés y aun mundial.
Y arquitectos y arqueólogos debaten sus chorradas que no interesan a nadie, porque ya queda dicho que no estamos ante un problema arquitectónico, ni, por supuesto, arqueológico, sino ante un alonsanfantsdelapatrí-ie, y eso tiene su propio negociado aparte y va por su propio conducto reglamentario, que no tiene nada que ver con problemas que a nosotros nos parecen importantes.
Lo primero que decimos arquitectos e historiadores es que la catedral de Nôtre Dame se construyó entre 1163 y 1345, pero que lo que se ha quemado, la techumbre y la aguja, se lo sacó de la manga Eugène Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX; es decir, antesdeayer. Y le ponemos a parir a Don Eugenio, porque lo que hizo es un "falso histórico" de libro, y querer imitar el estilo gótico estaría muy bien en el diecinueve (que no lo estaba: se le criticó mucho ya entonces, aunque por otras razones), pero hoy ya no es de recibo.
Unos dicen que la aguja es un invento, otros que vino a evocar la que había habido siglos antes... Unos piden que no se reconstruya y que se aproveche el incendio para corregir los desmanes de Don Eugenio, otros opinan que sí se debe reconstruir, porque es lo que hay en nuestra memoria colectiva... En fin, las discusiones bizantinas de siempre, en las que queda claro, más claro que nunca, que un edificio no es solo un edificio. Es más, que uno como Notre-Dame lo que menos es es un edificio.
Un texto aleccionador y lúcido sobre este problema es el del eximio Barroquista de twitter. Leedlo clicando aquí. Pero me temo que el Barroquista se va a quedar con las ganas de que Notre-Dame no recupere la aguja.
Por el contrario, yo creo que el concurso convocado lo que pide es aguja, más aguja, muy aguja y mucho aguja.
Algunos ya han empezado a hacer bromas (que no lo son tanto) tales como estas:
Recordad: Espectacularidad y turismo. ¿Por qué no una aguja mirador? ¿Por qué no ascensores? ¿Por qué no restaurantes en cubierta? Espectacularidad y turismo.
Y prisa. Mucha prisa. Mucha prisa por aportar dinero y mucha por pedir soluciones. Antes de estudiar cómo está la catedral, cómo han quedado las bóvedas, cómo consolidar lo que hay.
No. Nada de eso. Queremos soluciones ya; soluciones que nos llenen de optimismo y de orgullo.
Todo esto quedará como un abanico de ideas para encender el debate. Supongo que este será el primero de unos cuantos concursos.
¿Qué hacer? ¿Una intervención que devuelva el aspecto que todos conocemos, el que tenía la catedral hace una semana? ¿Una intervención moderna, que manifieste un estilo actual? ¿Una intervención que aproveche para eliminar el Violletleduquismo y limpiar la catedral de concreciones y pegotes?
No tengo la menor idea, pero sospecho que quienes han corrido a poner pasta lo que quieren es que todo quede como estaba. Lo que quieren, con su orgullo patrio y su amor a su París y a su Francia, es reponer lo que había y reconstruir al pie de la letra lo abrasado, y no hacer el primo ni el payaso.
No estamos hablando de arquitectura, ni va a ser una cuestión arquitectónica. No puede serlo. Es un amínometosenadie y un somoslosmejores. Los arquitectos ya podemos estarnos calladitos y no hablar de lo que a nadie importa.
Alonsan fans de la pa trí ie
le yur de gluare tarribé.