Pues qué queréis, que la tele pública dedique horas y horas de su programación en 2016 a recordar un programa de hace 15 años normal no me parece. Que seré yo, que soy así, pero no lo termino de ver.
Que yo, como casi todo el mundo, vi aquello y hasta estuve en un concierto. En el Bernabéu, que canté y bailé un montón, pasé mucha sed y verlos no los vi porque estaba arriba del todo. Vi unos puntos en la lejanía, por si vale. Es que siempre he sido miope profunda.
Yo a Oté lo pillé ya empezado. Por aquel entonces, recuerdo, cada lunes veía CSI. Hasta que, claro, empezó la neura nacional con los triunfitos y no quedó otra. Mi orgullo reside en que siempre, eso sí, fui de Chenoa. Así que #respect. Si España hubiera sido como hay que ser, hubiera ganado Chenoa. Y si este país no fuera la mierda que es, la supuesta cobra no ocuparía sitio hasta en los telediarios. Que es de vergüenza nacional.
Vergüenza que se ceben tanto en el supuesto rechazo del hombre, guapo y triunfador, a la mujer, que, supuestamente también, sigue loca por él y no se ha recuperado de su separación. Porque es evidente que una mujer no puede olvidar al hombre con el que ha estado, más aún cuando sigue soltera (oooh, DRAMA), diez años después de que lo dejaran.
Que luego nos quejamos que si machismo y violencia de género. Claro. Nos quejamos, pero desde la tele pública, desde los telediarios, desde las redes sociales hacemos chistes y bromas sobre la supuesta, de nuevo, desesperación femenina por encontrar macho fecundador. Que es exactamente lo mismo que pasa con Jennifer Anniston, por otro lado. De la que se vende la imagen de que da igual, haga lo que haga, diga lo que diga, se case con quien se case, NUNCA volverá a ser feliz porque Brad Pitt la dejó.
Entremos todos y sálgase el que pueda. Tan sólo creo que es una reflexión que debería hacerse. Y, desde luego, que es una imagen que NO debería venderse desde la televisión.