Revista Opinión

Lo digo… O no lo digo

Publicado el 24 abril 2018 por Carlosgu82

Nuestro gran Arquitecto, cuando nos creó, lo hizo de manera perfecta y teniendo en cuenta nuestra condición pecaminosa; cada órgano tiene una función especial: Dos ojos para ver más, los cuales al alinearse generan una sola imagen, dos oídos para escuchar lo que nos interesa y lo que no, y UNA boca para hablar LO NECESARIO función que se lleva a cabo con la ayuda de la lengua o mejor conocida como la “SIN HUESO FILUDA”.

Ese órgano qué aunque tiene una cavidad que debería utilizarse para resguardar o retener y 32 dientes que al morderla, ayudara a ponerle freno al movimiento tan rápido que tiene, ésta no se queda quieta y sale mucho de su resguardo; Somos muy hábiles para conectar el cerebro y la lengua, pero la inteligencia y el corazón si lo dejamos guardado bajo llave para que no interfiera en nuestras opiniones y/o comentarios, olvidando que “De la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6:45.

Como seres humanos, y la diversidad, cosa que nos hace tan “geniales o especiales”  encontramos, las personas que frente a situaciones, se destacan siempre por sus buenos comentarios y obviamente tampoco falta el que hace los malos; no importa lo bueno o lo malo del tema, o de la situación, siempre hay quien escalón por escalón, lo sube a las nubes, y quien de una sola pedrada los baje; Es muy normal que los comentarios no se hagan esperar, ahora si tenemos en cuenta que Proverbios 18:21 dice “En la lengua hay poder de vida y muerte”. Sería mucho mejor que lo pensáramos primero antes de permitir que la “Sin hueso” salga de su cavidad a destilara su veneno.

Este proverbio árabe “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: No lo digas”, es genial, siempre que lo tengamos en cuenta unos segundos antes de abrir la boca, pero si definitivamente nuestra lengua necesita moverse, porque de lo contrario salen letreros por todas partes, el mejor consejo es buscar en el libro de todos los tiempos ¡LA BIBLIA!, seguramente allí encontraremos algo que nos ayude a edificar y no a destruir, Como por ejemplo lo que dice en Mateo 15:11  “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la ella”.

Bien amigos, entonces pongámosle un poco de freno a la “sin hueso” y dediquemos a edificar, recuerden que “Así también la palabra que salde de mi boca: No volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos” Isaias 55:11.


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