Mentira. No creo que la gente no quiera ganar el festival de eurovision. Lo importante es ganar o en su defecto saber perder, pero no solamente participar.
Hace años que me siento a ver Eurovision como el que se dispone a mirar como centrifuga la lavadora. Somos conscientes de que no podemos ganarlo pero seguimos intentando convencernos de que merece la pena hacer un tema interesante. Eso es, desde luego, algo loable. Lo que pasa es que empiezan las votaciones y se te revuelven las tripas de ver cómo las canciones no tienen nada que ver con la música, el no desafinar, la puesta en escena. Es vomitivo escuchar “12 puntos a nuestros amigos de…” o “12 puntos a nuestros vecinos…” ; ojo! también me refiero a los 12 que nos dio Portugal. Da pena escuchar a Uribarri acertando en un 90% las votaciones de cada país. La única canción que puede estar por encima de simpatias es la que finalmente gana el festival, como ha demostrado Alemania. ¿Qué nos deja esto? Pues que solo hay dos alternativas, o eres primero o entonces del 15 para abajo. No hay termino medio porque en ese limbo están países con mas amigos que nosotros.
Esto supone que hay que parir la canción perfecta o bajarás a los infiernos de la clasificación. Un gran desgaste excesivo para las ocasiones en que se presentan canciones decentes o incluso buenas, porque el artista que las abandera no tiene claro si Eurovisión será una estrella o una mancha en su curriculum. O gana o se encuentra con que ha quedado por debajo de canciones como la que presentó Rusia, Francia o qué se yo (no sé si el chino rubio quedó mejor que nosotros) y le toca decir “lo importante es participar”…
Hasta que las votaciones las realicen exclusivamente jurados profesionales, sin votos del público, será casi imposible ganar. Le peor es que esto no va a ocurrir porque los votos se hacen por teléfono y no piensan renunciar a esos ingresos jamás. Con todo esto llego a la conclusión de que casi mejor mandar chikilicuatres o Karmeles y por lo menos divertirnos con el antes, durante y después del festival que tomarnoslo tan en serio y ver con semblante mustio como nos pasan por encima canciones vergonzosas. Esto, claro, es solo una divagación que llevo rumiando varios años ya.
Os dejo con “Alf Poier”, el que para mí fue precursor del movimiento friki en eurovision 2003 dejando a todos como a un conejo que le acaban de dar las largas. Grande Poier!
Por cierto, quedó sexto…