Mientras en el norte del reino y la meseta los campesinos lucharon con ardor contra un acaparamiento de sus tierras comunitarias que hacía peligrar su propia supervivencia, en Andalucía no sucedió lo mismo, pues los grandes propietarios habían adquirido sus bienes legalmente y no eran considerados como enemigos sino como señores que ofrecían trabajo. En Sevilla, por ejemplo, a partir del siglo XIII el repartimiento representaba vastas propiedades o donadíos mayores que el rey concedió a grandes señores en compensación a la ayuda armada que le habían prestado. Luego, algunos de esos dominios se vendieron a precios muy elevados.Bartolomé Bennassar, 1985Historia de los españoles. 1. Siglos VI-XVII, Editorial Crítica, pág. 291.

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