El gobierno de Rajoy está acosado por acusaciones de cobro reiterado de dinero negro que no han sido probadas, pero lo grave del asunto es que la ciudadanía española se cree esas acusaciones y piensa claramente que los políticos españoles roban a manos llenas, un sentimiento que destroza el fundamento de la democracia, que se basa en la confianza de los administrados en sus representantes y gobernantes.
Las encuestas reflejan claramente que los ciudadanos rechazan la corrupción y consideran a los partidos, a sus políticos y también a las mas altas instituciones del Estado, incluida la Casa Real, como los grandes culpables del drama, lo que constituye un grave deterioro del sistema que deslegitima la falsa democracia instaurada y a sus principales protagonistas y rectores.
Ante esa situación no caben medidas suaves ni parches porque lo que está en crisis es la política en general y la legalidad democrática. El embajador de Estados Unidos en España, Alan Solomont, ha urgido al Gobierno español a actuar de forma "agresiva" y "rápida" contra la corrupción para "no minar la confianza del pueblo español". "España no tiene nada de lo que avergonzarse. Se sobrepondrá a la adversidad", ha afirmado el diplomático, ignorando quizás que el problema en España es mucho mas grave porque los políticos españoles no son la solución sino el corazón del problema.
Las portadas de la prensa internacional reflejan la situación de la corrupción en España, que después de haber afectado de lleno al PSOE en tiempos de Zapatero y también recientemente, en escándalos como el de los falsos EREs de Andalucía y la Fundación Ideas, afecta ahora mas de lleno al gobernante Partido Popular, lo que pone en peligro al mismo gobierno, cuya cúpula está acusada de cobrar suplementos de sueldo en dinero negro, durante muchos años.
La indignación popular ante la corrupción de los políticos españoles se agrega a otros motivos graves de indignación, como son el hundimiento de la economía, el endeudamiento público descontrolado, el desempleo masivo, el avance de la pobreza, el cobro de impuestos injustos y desproporcionados y el mantenimiento de los privilegios de una clase política que es abiertamente rechazada y despreciada por la mayoría de los españoles, lo que sitúa al sistema político dentro de una feroz y despiadada crisis de difícil solución, cuya salida lógica puede ser más un periodo constituyente, que inaugure una democracia mas auténtica y severa, que una dimisión del gobierno, seguida de elecciones.
La vieja receta de castigar al gobierno otorgando el poder a la oposición no puede funcionar en España porque el PSOE, principal partido de la oposición, está también herido de muerte por terroríficos casos de corrupción y por el protagonismo de Zapatero y su gobierno en el hundimiento de la economía y del prestigio de España. Millones de españoles, antes de votar a un partido tan deteriorado como el PSOE decidirán quedarse en sus casas o votar en blanco.
Pero lo previsto en la inmoral e indecente España política es que no ocurra nada y que el gobierno y los demás partidos, a pesar de su descrédito y del rechazo masivo que los deslegitima democráticamente, se atrincheren en el poder y esperen que el tiempo cicatrice las enormes heridas abiertas en la convivencia, la Justicia, la ética y la paz de España..