El 2016 no fue un buen año para mis lecturas. La edad adulta me alcanzó, y cada vez tuve menos tiempo para dedicarlo a la lectura.
Empecé el año bien, con el descubrimiento del autor norteamericano Michael Cisco, quien es la estrella más brillante del género weird. Después compré en papel mi segunda novela de este autor, Animal Money, la cual duerme el sueño de los justo en mi pila. Después leí la que considero la mejor novela del 2016, The thing itself, del infravalorado Adam Roberts. Dos jóvenes radioastronomos tienen un encontronazo contra el infinito en la estación ártica donde se encuentran, y solo tienen La critica de la razón pura para entender esto. Graciosa y pedante e incomoda, la clase de lectura que busco.A head full of ghosts fue la mejor novela de horror que leí el año pasado. Una gran deconstrucción de las novela de posesiones satánicas. Me quedaron muchas ganas de seguir leyendo más obras de este autor. Otra gran obra de fantasía que leí el año pasado fue La última partida, del autor norteamericano Tim Powers. Los niveles de alucinación en esta obra llegan bastante alto. Otro agradable descubrimiento fue la serie de espionaje en el futuro próximo Europe in Autum, la cual ya cuenta con dos continuaciones y me he estado quedando rezagado con esa divertida obra. En lo que respecta a antologías de relatos cortos, las mejores que leí el año pasado fueron Swift to chase del genial Laird Barron, así como A natural history of hell: Stories, de Jeffrey Ford, cuya reseña se quedo en el tintero y es probable que no la publique.
Otras obras que no pude acabar en fin de año fueron Death's End, cierra de la trilogía El problema de los tres cuerpos, del superventas chino Liu Cixin. Así como The great ordeal, sexto libro de la serie El Príncipe de Nada. No se como pinte el 2017, espero tener más oportunidad de leer y compartir mis opiniones con ustedes.