Revista Sociedad

Lo nuestro es vicio

Publicado el 16 septiembre 2010 por Alfonso

Dos años después de que Lehman Brothers accionase la sirena que alarmaba del advenimiento de la recesión, 30 millones de trabajadores sufren las consecuencias del fin de la voracidad. Macedonios (con el 33,5% de paro), sudafricanos (25,3%), letones (20,4%), españoles (20%) y lituanos (18,1%) son los más perjudicados, según manifiesta la ILO (Organización Internacional del Trabajo), esa agencia tripartita de Naciones Unidas que “convoca a gobiernos, empleadores y trabajadores de sus estados miembros con el fin de emprender acciones conjuntas destinadas a promover el trabajo decente en el mundo”. Bien por las irresponsables políticas o laborales, endeudamientos de los gobiernos, faltas de previsiones, desorganización o una concatenación de hechos a cual más irresponsable, así se dibuja el mapa laboral hoy. Y el caso es que hasta 2017 en USA y España, que juntos suman 1 de cada 3 puestos de esos trabajo sdestruidos, no se alcanzará el mismo número de empleados que el de 2007. Una década perdida para todos que ojalá no termine con la llegada de estados totalitarios, lideres antisociales y confrontaciones bélicas a escala mundial y la antigua usanza: bombardeos sobre la población civil y prisioneros en campos de exterminio.
Por otra parte, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), con su lema “fiat panis” (hágase el pan), unos días después del conocimiento de la lenta recuperación de la economía, nos informa que este año sufrirán hambre 925 millones de personas en el mundo (y aquí entramos todos, no sólo africanos como acostumbramos a creer, aunque si lees esto es muy probable que no formes parte del plural, sufriremos, como quien lo escribe, al menos eso desea en su caso y el tuyo). Pese a lo que pudiera parecer en un principio, la predicción es motivo de alegría si nos fijamos en los 1.023 millones calculados en 2009. Noventa y cinco millones menos de estómagos vacíos que sirven para decir a los más reaccionarios a las políticas de ayuda al tercer mundo que eso es debido a la muerte de muchos de ellos (cada 6 segundos muere un niño por problemas relacionados con la desnutrición: teclear la calculadora para hacer estimaciones diarias o mensuales es provocarnos el vómito, saciados como estamos). Quizá vaya siendo hora de saber cuánta verdad encierran las palabras de los biólogos que advierten que sin los trásgenicos no hay alimentos suficientes para los 7.000 millones de humanos que casi somos, los entresijos de las manifestaciones ecologistas contra los cultivos manipulados, y dar de comer al famélico, aunque sean tortas de presunto maíz.
Es por tanto que, observados los dos párrafos anteriores, quejarnos de expediente s reguladores, ayudas fiscales al empresario, inestabilidad en el puesto de trabajo,
viviendas rehipotecadas, falta de oportunidades, sueños rotos, resulta inoportuno e injusto. Va siendo hora de ser valientes y decir si preferimos ser solidarios con el vecino o llenarnos los bolsillos con unas monedas que no harán mañana el viaje en nuestros bolsillos a donde quiera que vayamos, pues lo único cierto en esta vida es que por cada nacimiento habrá una muerte. Y que morir de hambre en el siglo XXI es intolerable.
Pero por si acaso mañana esta falta llegase al primer mundo acompañada, consecuencia o a causa, de la rebaja de la jornada laboral y la consiguiente merma salarial -los robots nos sustituirían en el XXI, recuerda- ya hay políticos bien posicionados, como FX González, que parecen disponer de la solución: la legalización de las drogas. Algo que parece un chiste, pero que ya se advirtió por los economistas a comienzos de la crisis y que parece que nos llevará a entrar en una nueva década con la permisividad de las llamadas drogas blandas. Es cierto que los estados, sus sabios, como el ex presidente español, se escudan en que la medida provocaría el fin del narcotráfico, la erradicación de la figura del capo, pero conviene advertir que en 1933 los USA derogaron su Ley Seca, que el famoso Crack se produjo en 1929, y que la medida no fue para celebrar el fin de la presidencia de Hoover, sino que las carreteras seguían llenas de desheredados en busca de su Destino, y que con coartada similar a la que hoy se proclama, -tímidamente aún, todo llegará- al pueblo se le dejaba bailar, beber y dormir sus penas. (De paso las arcas se llenan con nuevos impuestos y se hace valer que no importa el acto -montar una verbena o beber en grupo- si se paga la tasa correspondiente -al estilo bula de carne-.)
Así pues, el hambre es menos, la legalización de las drogas ya está en los discursos de los políticos, ¡y nos quejamos del paro!: lo queremos todo. Lo nuestro es vicio.
LO NUESTRO ES VICIO
Sede de la FAO (Roma)

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