Si tiene usted un plato de comida delante, pare, no se lo coma aún. Esta advertencia tiene como objetivo analizar sus alimentos antes de ser ingeridos. Y es que mi honda preocupación por la salud humana alcanza límites insospechados pero más cuando día a día se acota la lista de productos que podemos o no comer. Ahora, los nuevos nominados son el pescado azul y las cabezas de las gambas.
El primero de estos nocivos protagonistas, el pescado azul, y según las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, es malo porque los niveles de mercurio que se acumulan en la grasa de estos pescados lo convierten en perjudicial para las mujeres embarazadas y los niños menores de tres años. ¿Y qué pescado azul es mejor no comer? Pues el pez espada, el atún rojo o el tiburón. Así que si tienen pensado lanzarse al mar con un cuchillo entre los dientes para cazar un tiburón o al abrir una lata de atún ésta es en escabeche, desechen la idea de comérselos ya que estos alimentos no les convienen.
Pero además de los ya nombrados, desde la agencia aseguran que también es malo para nuestra salud, chupar las cabezas de gambas, cigalas y otros crustáceos y es que por lo visto, las vísceras de las cabezas de estos artrópodos suelen acumular, de mayor manera, el cadmio que reside en las aguas marinas y que contamina la carne del marisco. Por lo que aquellos que antes disfrutaban chupando y chupando cabezas de gambas, que se vayan olvidando de deleitarse de tan sabrosa succión.
Pero lo que nadie parece valorar de todo esto es, por qué el mar cada vez contiene más elementos químicos y en grandes cantidades. Según las organizaciones ecologistas, lógicamente es por la contaminación medioambiental. Pero es curioso que cada vez que comamos pescado, nos metamos en el cuerpo, mercurio o cadmio, y no otros elementos de la tabla periódica que nos beneficiarían aún más como por ejemplo la plata o el oro, estaríamos contaminados sí, pero al menos tendríamos más valor.
De todas formas y como ya no se sabe qué se puede comer y qué no, he contratado a un catador para evitar que mi cuerpo sufra y se contamine. Y miren que si ya es desagradable que alguien coma de tu plato, aún es peor que chupen las cabezas de tus gambas para quitarles el cadmio, pero todo sea por llevar una vida sana ¿no?
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…