Mucho hablamos de compromisos, y la verdad es que asusta un poco la palabreja. Quizá nos asusta por un tema semántico, y la verdad es que su definición tiene connotaciones de peso: “Obligación contraída”. Parece que compromiso es una cosa que cuando la adquieres ya es como una mochila que llevarás el resto de tu vida. Por lo que, de primeras, nos parece que, compromisos, cuantos menos, mejor.
Pero esto no es así, los compromisos, queramos o no, forman parte de nuestra vida. Los llamemos así o no. Cada día nos comprometemos. Y es que el compromiso lo tenemos frente cualquier cosa que decidamos hacer. Imaginad, como ejemplo extremo, que decidáis vivir sin compromisos porque sois espíritus libres, pues como mínimo, tendréis que comprometeros a eso ¿no?
Comprometerse con algo es adquirir una responsabilidad (ni que sea pequeña). Si algo te inquieta, es que has adquirido un compromiso con ello, y esto va, desde tener que comprar tinta para la impresora, a cómo mejorar las ventas de tu equipo comercial. El problema viene precisamente de la no consciencia de nuestros compromisos. Vamos cargándonos, y vamos tensionándonos y, a veces, ni somos conscientes de ello.
Así pues, lo primero, es aclarar exactamente cuáles son estos compromisos, y no tener miedo de asumirlos. De esta manera, ‘poniéndoles cara’ será mucho más efectivo gestionarlos, enfrentarnos a ellos y rebajar la presión mental a la que nos someten. No confundamos tampoco adquirir un compromiso con tener que realizarlo inmediatamente, son cosas distintas. Yo puedo adquirir un compromiso con algo, pero realizarlo cuando me sea posible.
Nuestra voluntad para hacer, siempre será débil si no hemos definido exactamente a que nos hemos comprometido, o bien, si no hemos aclarado que debemos hacer para llevarlo a cabo.
Y para que no asuste, yo creo que el compromiso para hacer una cosa ‘llega solo’, siempre que el proceso de aclarar que queremos, y decidir que hacemos, lo hagamos bien. Por lo que el compromiso no será algo forzado y solo dependiente de nuestra fuerza de voluntad, sino que será algo a lo que llegamos después de un proceso y por lo tanto lo adquirimos de forma natural y consciente.
Post relacionados:
- El cambio productivo: primero, la concienciación
- Los cimientos de nuestra efectividad
- La principal amenaza para tu efectividad eres tú