Revista Comunicación
IT
data: http://www.imdb.com/title/tt1396484
Andy Muschietti fue correcto en esta remake de “It”. No produjo ninguna revolución cinematográfica y su transcripción visual podría decirse que es clásica. Esta corrección tal vez deje con sabor a poco, pero la película es sólida y logra el cometido de contar una historia y agregarle una sublínea para reflexionar en que hay otra cosa que está contando, detrás de la historia del payaso asesino oculto en las alcantarillas.
Derry es el pueblo soñado: un lugar de sol, sencillo, familiar, con verde y casas elegantes, chicos caminando por las calles y vecinos que saludan cordiales y van a la iglesia cada domingo. Pero cuando se rasca la superficie, hay algo que acecha en las entrañas de Derry, algo que hace aumentar los índices de desaparición de adultos y de (sobre todo) niños, más allá de la media de los Estados Unidos.
Lo que reina en la oscuridad vive en las entrañas del pueblo, en las cloacas y desagües, mora en el desperdicio, en la basura, en lo que se sepulta para no ser visto. Eso que está ahí, eso que crece e impone sus reglas, eso que todos sabe que está pero que no se atreven a mirar.
En ese pueblito ideal, de gente común y respetable, acecha otra cara: la del hostigamiento a lo diferente, la del mirar al otro lado cuando se le está pegando a un débil, la del aviso de desaparición reciente que tapa a la otra desaparición que ha caído en el olvido. Todos saben en Derry que algo pasa con sus jóvenes, que hay algo que los está matando. Pero todos callan, todos tratan de creer que no les tocará a ellos y mantienen un silencio que sabe a culpa, reproche y complicidad.
Que nuestros héroes sean un grupo de perdedores no es casualidad. Un tartamudo con un hermano desaparecido, un chico sobreprotegido por su madre, un gordito sensible que sabe que nadie lo amará por como luce, un chico negro huérfano al que su tío lo quiere forzar a que elija un rol (víctima o victimario), una adolescente abusada por su padre, un chico judío a punto de llegar a su madurez, un chistoso hiriente. Todos son conscientes que forman parte de lo menospreciado de su escuela. Todos saben que deben caminar por el lado deteriorado de la calle. Y en la búsqueda de Georgie, el hermano de Bill que cayó en manos del Payaso maldito, encuentran una comunidad, una red de solidaridad que les permitirá aceptar no sólo al asesino en las sombras, sino también a sus propios fantasmas, tal vez más amenazadores que el clown de las miasmas.
(No parece casualidad que una película dirigida por un argentino tenga una lectura de las desapariciones distinta a Hollywood. La imagen del pueblo que calla lo obvio y mira hacia otro lado, cuando un chico es golpeado por una patota, está lejos de ser una mera coincidencia con la historia reciente argentina.)
En esta versión de “It” está la iniciación sexual pero como ese territorio inexplorado que atemoriza, que se revela desde la vergüenza y la timidez de la inexperiencia. Esa faceta se centra en Beverly, la chica abusada por su padre, la que recibe la atención de dos amigos. La admiración del cuerpo femenino, las torpes primeras declaraciones, la sangre (fruto de la menstruación pero también fruto de la violencia), la madurez que implica dejar atrás el pasado como acto fundacional. Ese viaje temeroso es parte fundamental de lo simbólico en “It”.
Si los débiles se unen son invencibles. Separados son presa fácil. No sólo de sus hostigadores. Sino de aquello que se nutre de sus miedos, de su terror. Crecer, tal vez, es dejar de tener miedo, de mirar de frente a lo oscuro que habita en el mundo y saber que hay que enfrentarlo y que esa lucha es mejor que sea junto a otro. En la edad que son jóvenes y que es verano y que tendrían que divertirse (frase repetida más de una vez), nuestros héroes aprenden que no es así, que ese supuesto no les cabe a ellos. En este verano, afrontarán sus miedos, esto es: crecerán.
Con el fin del primer capítulo de “It”, los protagonistas dejan su infancia atrás. Hay una unión de los débiles que les permitió enfrentar a las sombras. Y auguramos una segunda parte, 27 años después, cuando la vida los haya probado a este grupo de perdedores. Suponemos que volverán, golpeados por la vida, a afrontar al payaso que despertará de su siesta con un festín sangriento.
Mañana, las mejores frases.