En un rato (60 minutos) comenzaré el que puede ser el último taller de la Comunidad de Coaching Realista.
El proyecto comenzó con una reflexión personal y privada sobre la culpa que me llevó a conclusiones interesantes que quise compartir y ampliar involucrando a más personas.
Sentí la necesidad de compartir con otros mis pensamientos, tenía auténtica ansiedad por cederlos porque creí que podrían ser útiles. Pensé en aquel momento que sería muy enriquecedor sentarme con más personas para debatir, compartir y opinar. Y lo hice.
Aun creo que que fue un experimento maravilloso.
Comenzamos en una sala muy cuca.
Creo que puse mucho interés y esfuerzo en garantizar que las sesiones fueran provechosas y útiles para todos. Vinieron coaches, clientes y amigos. Personas conocidas y desconocidas. Algunos hacía años que no los veía.
Tras esa primera reunión en febrero de 2014, fui evolucionando el concepto según me pareció apropiado. Incluí elementos de debate, ejercicios y coaching grupal.
No tengo claro todo lo que hice bien y lo que hice mal. No sé qué pasos fueron los acertados y cuales los equivocados.
El caso es que hoy es el último taller, al menos por una temporada porque el coste en esfuerzo, tiempo y dinero es más elevado del que estoy dispuesto a asumir.
Me encantaría volver a sentarme en una mesa a hablar por hablar. A compartir y debatir, sin más pretensiones que filosofar. Pero sólo miraré hacia atrás para aprender. Aquello fue muy bueno, y me alegro de haberlo comenzado.
Eva nos trajo una sorpresa el día de San Valentín
Hoy haremos un ejercicio para ayudar a las personas a desbloquearse cuando quieren hacer una cosa y hacen otra diferente sin saber por qué. Estaba preparando la sesión y viendo el vídeo de la última vez que hice este taller y yo mismo me he sorprendido de su sofisticación y utilidad. Creo que es un gran ejercicio.
Darme cuenta de la calidad de lo que hago me ha animado a reflexionar sobre si debo estar triste o alegre. Siento algo de pena por no saber llegar a más gente, pero:
Como creador y defensor del pensamiento útil quiero encontrar pensamientos útiles (valga la redundancia) y no me ha costado mucho.
Ha sido, sin duda, una gran experiencia, un gran aprendizaje y arroja un balance personal y profesional muy positivo.
Mi mente intenta que vea todo lo que no ha funcionado y todo lo que no pudo ser. No lucho contra ello y se lo permito por un rato, aprendo del pasado y luego dirijo mi mirada hacia lo que me ha aportado y lo que yo he conseguido.
Si creo firmemente que el balance es positivo, no hay razón para estar triste y, mucho menos, arrepentido.
Con este cartel publiqué el resumen de aquel día que estaba malito.
He hecho un gran trabajo. Estoy satisfecho de mí mismo. Me felicito.
He conocido a personas muy enriquecedoras, he retomado contacto con otras después de años, he descubierto la otra cara de grandes seres humanos que no veía pese a tenerlos frente a mi y es muy posible que alguno de ellos se quede conmigo por mucho tiempo haciendo de mi vida una experiencia mejor de lo que era.
¡ES MARAVILLOSO!
Me alegro de haber comenzado el proyecto y me alegro de ponerle fin.
También me alegro porque no es algo definitivo, cuando tenga más ideas las lanzaré. Es mi decisión, yo tengo el control. Porque el proyecto no terminará mientras yo no lo decida.
No soy víctima de los acontecimientos, soy protagonista de lo que quiero conseguir.
Hoy voy a vivir un maravilloso taller de descubrimiento personal que compartiré con quien quiera pasarse por la Comunidad de Coaching Realista.
Mi mente me dice que es un fracaso y que debo aprender, pero se equivoca mucho. Conozco a pocas personas capaces de hacer lo que yo he hecho y sé que más de uno ha mejorado su vida después de asistir a estos eventos.
De mi fracaso aprendo que no es un fracaso, es un éxito enorme. Aunque termine ahora, perdurará. Y no permitiré que mi mente me convenza de lo contrario.
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