Olivier Laxe, joven director gallego de 37 años, alcanza por fin un reconocimiento nacional más amplio con este su tercer largometraje 'Lo que arde'. Más conocido y laureado fuera de nuestras fronteras (sus tres películas han participado en Cannes siempre con premio incluido), su cine vanguardista y personal alcanza en la película que nos ocupa unas cotas de belleza visual indiscutibles.
Es algo así como una epopeya de lo íntimo y lo pequeño. La película de Laxe, que hemos podido disfrutar en el 67 Festival Internacional de San Sebastián, abre su abanico desde la universalidad del terreno filmado, hasta el más austero de los retratos personales, en un filme delicado y conmovedor, que sirve tanto como reflejo de la España rural en vías de extinción, como de la propia extinción humana que lo acompaña.
Filmada con impactante fuerza, con una fotografía de Mauro Herce que sitúa de manera sublime al individuo frente al medio, “Lo que arde” recoge la vuelta a casa de un pirómano que ha pasado sus últimos años en la cárcel tras prender fuego al propio lugar de donde viene. Y Laxe lo recoge con mirada poética, limpia y humana. No hay en él atisbo de juicio, tampoco casi de artificio. Su trabajo con actores no profesionales (quien lo diría, Amador Arias y Benedicta Sánchez están esplendidos) no hace si no acercarnos más a un relato treméndamente melancólico, terrenal y sutil.
La película navega por el apartado mas observacional de la vida diaria, creando, en pantalla, personas y no personajes. Esta forma en la que Laxe se acerca a su material, es lo que nos ofrece a nosotros una mirada limpia, de alguien que conoce, respeta y sabe como hablar de frente a una etnografía tan particular (el filme está rodado en la aldea de su madre). Todo ello, además, hecho desde el dolor. El dolor ante la desaparición, ante la deshumanización y ante el fuego que todo lo quema (tanto lo físico como lo humano).
‘Lo que arde’ es, en definitiva, un emocionante, conmovedor y potente relato sobre el vacío y la culpa. Una alegoría que muestra, con calma y ritmo pausado, el sentir de una comunidad llamada al olvido. Sin duda, una muestra personal y fascinante de lo que la cinematografía gallega es capaz de realizar.
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- ##check## Lo bueno
- La poesía visual de sus imágenes. La sencillez y hondura de lo que cuenta.
- ##times## Lo malo
- Que pueda llegar solo a un pequeño público de festival..
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- Ambientación 8.0
- Asombrosa. Muestra las entrañas de la Galicia rural como nunca antes la hemos visto. Con la belleza de lo que sobrevive y la desazón de lo que desaparece. Casi parece de otro mundo.
- Desarrollo de Personajes 7.5
- Sutil pero profundo. Sus dos personas (que no personajes) principales, se muestran con una claridad majestuosa y sincera.
- Argumento / Guión 7.0
- Una mirada alegórica a ese mundo vacío que están pequeño y grande a la vez.
- Banda Sonora 7.5
- Muy potente. Nos lleva a momentos casi oníricos, a la vez que empaña otros de melancolía y recuerdos.
- Entretenimiento 6.0
- No es una película llamada a entretener. Es puramente observacional, que no se hace larga por su duración, pero que propone calma en el espectador.
- Montaje / Innovación técnica 7.0
- La innovación técnica, proveniente de una fotografía majestuosa, es sin duda sorprendente. Lo mismo ocurre con un montaje que, eso sí, en ocasiones, parece faltarle cierto metraje.
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- Puntuación Total 7 / 10
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