"La lluvia, que lo convierte todo en lluvia, acaricia sus mejillas como los dedos de un cadáver. Lleva la capacidad auditiva a tal extremo que la confunde con la intuición. Solo mira al frente, con la vista fija en una protuberancia de la corteza de un árbol. Teme mover los ojos y descubrir un cuerpo muerto a su lado, aparecido de la nada, expulsado de otro mundo. Un cuerpo inerte en el que se reconozca a sí misma. Su propio cadáver que, de repente, abra los ojos y la mire. Impasible. Con la serenidad de la muerte y los ojos de un loco a punto de matar.
Ha comido. Ha robado dos veces más. Se siente inteligente. Tiene un plan, un proyecto con el que dejar de sentirse repugnante y pútrida por no tener nada de lo que cualquiera tiene."
Men Marías (Granada, 1989), es el seudónimo con el que esta autora firma sus libros. Carmen Salinas es su verdadero nombre, ¿podéis creeros que había oído hablar de ella, pero que imaginaba por el nombre que era un hombre y no una mujer?. Licenciada en Derecho, trabaja en la actualidad como tutora de técnica literaria, novela negra y poesía en su ciudad natal. Ha colaborado como columnista en el periódico Granada Digital y ha escrito numerosos cuentos, muchos de los cuales han resultado premiados o finalistas de certámenes literarios tanto españoles como internacionales. En cuanto a novelas se refiere, debutó con “Pukata, pescados y mariscos”, que fue galardonada con el Premio de Novela Carmen Martín Gaite en 2017 y además ha publicado “La última paloma” (2021) y “Lo que arrastra la lluvia” (2023), ambas dentro del género negro.
La trama a grandes rasgos sin spoiler
La novela está ambientada en una muy lluviosa Granada, año 2008 y tiene tres partes: la mendiga, la intrusa y la diosa. En uno de los primeros párrafos del principio ya se nos hace saber que Marina, exprofesora de latín, lleva varios días durmiendo en el parque, porque ahora no tiene nada, ni siquiera una casa, su casa. El Banco se la ha quedado por no poder pagar la hipoteca y ahora vive con lo puesto, en la calle, sin un euro en el bolsillo. Parece mentira que tan solo haya transcurrido un mes desde que llenó el carro de la compra por valor de cien euros.Nubes de pelaje canoso techan el cielo de Granada para el día de Difuntos. El frío de la mañana acosa la quebradiza piel que envuelve el rostro de Marina. Lo muestra deteriorado. Roto. Parece que han pasado por él los excesos de cien personas. Cada paso que da por la avenida de la Constitución, enlosado en piedra gris y hojas amarillas, se le apetece como una bofetada en la cara. Y un aguijonazo en los pies. Quiere separar los dedos. No puede. Como adheridos por grapas. Dos bloques de hielo que se descongelan muy lentamente después de dormir por tercera noche consecutiva en un parque. Después de volver a orinar bajo un tobogán y limpiarse con el remate del abrigo.
Poco a poco la autora nos va contando detalles para ir conociendo mas a Marina, y poder entender qué fue lo que la llevó a la situación actual. Sabremos que su marido Andrés y su hija Elvira, se largaron un buen día dejándola sola y que murieron hace ya año y medio en un accidente de coche, después de andar un tiempo paseándose por los periódicos y los platós de televisión, contando no sabemos qué cosa que destrozó a la familia.
Nos vamos, Marina, dijeron la borracha de su hija y el putero de su marido al abandonarla; no podemos seguir aquí contigo. Andrés tomó a su hija de la mano. Qué tierno, qué familiar, qué asco. Y ahora están muertos. Porque las borrachas y los puteros suelen terminar muertos, y si esa es la voluntad de la vida, Marina no es quién para contradecirla.
Y sabremos también, que ella fue la principal sospechosa de la muerte de ambos, porque se demostró que alguien manipuló los frenos del coche. Pero fue absuelta en el juicio, porque tenía una buenísima coartada. Después, los periodistas empezaron a perseguirla, a atosigarla, siempre, por todas partes y al poco tiempo, la echaron de su trabajo, de la escuela donde llevaba dando clases los diez últimos años, lo que la terminó de rematar.
Ahora, Leonor Barrios, la cuñada de Marina, la busca con insistencia porque sigue convencida de que ella es la culpable de la muerte de su hermano y su sobrina, y no va a parar hasta verla entre rejas. Leonor se escribe con Lola, la policía que llevó el caso de Andrés y Elvira, que hizo todo lo posible para demostrar la culpabilidad de Marina, pero que no pudo conseguirlo. Lola ha estado fuera de Granada desde entonces y ahora acaba de regresar. Por los emails deducimos que se hicieron buenas amigas hasta que algo grave debió de ocurrir entre ellas para que dejaran de hablarse, de mantener ningún tipo de contacto.
No puedo dejarlo estar, Lola. Me gustaría que lo entendieras. La quiero en la cárcel, estuvimos a punto de conseguirlo, de demostrar que ella fue la responsable del accidente en el que murieron mi hermano y mi sobrina, y no me doy por vencida. Destrozó a mi familia, Lola, tú lo sabes mejor que nadie. La convirtió en el hazmerreír de España de plató en plató de televisión. ¿Sabes cuántas pastillas toma mi madre a diario? ¿Sabes cuánto lleva sin poder salir a la calle por los periodistas? Mató a Andrés y a Elvira, Lola, que Dios los tenga en su gloria, ella los mató, no fue aquel maldito coche. Fue ella.
La suerte de Marina cambia inesperadamente el día que se cruza con Carmen, la mujer que siempre sonríe, una especie de ángel que no conoce su pasado y que pretende sacarla de la miseria, metiéndola incluso en su propia casa.
Ha topado con una persona buena o mala en términos absolutos. Carmen Salvaterria lleva el bien por bandera, pero, a la vez, no deja que abusen de ella ni de los suyos. Está dispuesta a ayudar a todo el que lo necesite y lo hace porque de esa manera es feliz. Y no le importa de quién se trate. Le ha salvado la vida. Literalmente.
Pero Marina duda, no se cree que pueda existir alguien con tanta bondad, que quiera ayudarla sin pedir nada a cambio, sin tener alguna finalidad oculta. Duda de si será una farsante presuntuosa o el ángel al que todos adoran. ¿Será que la buena gente sí existe? ¿Será que se esconde algo oscuro detrás de la personalidad de Carmen?
Ha de tratarse de una inconsciente o de una muy buena persona. Ni siquiera eso, ni siquiera las buenas personas actúan de esa forma. Ha de querer algo de ella, por fuerza. ¿Quién en su sano juicio levanta a otro de la calle y lo lleva a desayunar? Marina no lo hubiera hecho. Nunca. Se asegura a sí misma que nadie procede de esa manera. Todos sentimos pena, claro, pero hasta para las buenas personas la seguridad es un límite. ¿Qué pasaría si la gacela fuera amable con el león?
Y hasta aquí os puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
✔ Lo primero que llama mi atención de forma poderosa nada mas empezar a leerla es su prosa, especial, preciosa, me impacta porque no me lo esperaba. No es habitual encontrarte con este tipo de escritura en las novelas negras, me emociona, porque creo que he topado una autora de las buenas, presiento que la novela me va a gustar mucho. Sigo leyendo y el argumento, la trama, me atrapa por completo, no puedo parar de leer. Interesante todo lo que te cuenta, además de como lo cuenta, también fuera de lo normal. Casi me parece mas un thriller psicológico que una novela negra. Mirad como escribe:
Oye el frío en sus manos. Marina está sentada en un parque. Ha dormido en él por tercera noche consecutiva. Se abraza las piernas, por los gemelos, sin fuerza. Contrae la vejiga. Se orina. Son ya horas los minutos que lleva en esta posición. La nariz exhausta. El sol empujando. Las extremidades teñidas de azul. Casi parece una mujer. Tiene que estirar las piernas para que la sangre circule. Vuelve a preguntarse si está viva. Lo intenta otra vez. No puede hacerlo. Está confinada en un irracional y pueril miedo a la muerte si se libera. —Levántate... —se grita entre susurros. Es inútil. Se tutea con el mismo pánico, de tacto vidrioso, que motiva a un niño a no sacar un pie de la cama por el monstruo.
✔ El tema principal que plantea esta novela, lo que se pone sobre la mesa es el tema de los desahucios, el cómo lo viven y cómo se sienten los desahuciados. La posibilidad de un día tenerlo todo, un marido, una hija, un buen trabajo, un hogar, para casi de la noche a la mañana perderlo todo, pasar a no tener nada, ni marido, ni hija, ni casa, ni trabajo, ni dinero. Porque esas cosas pasan en la vida real, lo sabemos, lo hemos escuchado, ¿le puede pasar a cualquiera? Muy triste. . .
Marina implora misericordia al cielo con los ojos clavados en el infierno. Ya no tiembla. Las convulsiones que mantenían caliente su cuerpo han cesado a eso de las cuatro de la mañana, hora en la que al fin aceptó su condición de indigente. De mendiga. Marina Pastrana, de profesión maestra y de edad cuarenta y un años, madre de una hija muerta, esposa de un marido muerto, Aries, alumna de un taller de mindfulness y gestión emocional, deudora de un préstamo hipotecario y clienta los martes de la pescadería de El Corte Inglés, ya no es nada de eso: ahora es una indigente, una mendiga. Marina Pastrana ya no pasea por el parque de Fuentenueva en Granada. Desde hace tres días, vive en él.
Pero también se tratan otros temas, porque la autora sabe calar la mente de sus personajes, profundizando en ellos y obligándoles a exteriorizar ciertos sentimientos deleznables, como el odio, el rencor, los celos y la pura envidia hacia los que tienen todo lo que nosotros no tenemos, las ansias de venganza por no poder perdonar a alguien que nos ha infringido mucho daño.
¿Quién ha dicho que hay que querer a los hijos? Nadie se asusta cuando una relación de amistad caduca. O una relación de pareja. O cuando se devuelve una falda a la tienda. Con los hijos igual, asegura. Si ella parió un monstruo y la vida se libra de los monstruos, porque Marina cree que la vida siempre se abre paso, no es su culpa.✔ Carmen y Marina llevan el peso de la mayoría de la trama:● Marina no puede ni quiere aceptar su estatus actual, no entiende cómo ha podido pasar de tenerlo todo a no tener nada y siente una envidia feroz hacia Carmen, a pesar de considerarla su salvadora, continua contradicción. Y es que todo lo vivido, ha convertido a Marina en una persona desconfiada y tremendamente retorcida.
Es consciente de que todo el mundo la mira con una mezcla de miedo y grima, como si los rozara un escorpión. Como ella misma siempre ha mirado a los mendigos. Trata de domar la náusea. O al menos de encontrar agua para tragarse el asco.
● Carmen Salvatierra coordina la Plataforma contra la Violencia de Género de Granada y está demasiado implicada con su causa. Pero es una mujer fantástica, perfecta, te hace preguntarte ¿hasta dónde estarías dispuesta a llegar para ayudar a alguien que lo necesite? ¿hay personas en el mundo tan buenas? ¿utopía o realidad? Mi opinión personal es que haberlas aylas, de hecho, alguien muy cercano a mí, de mi familia, era así, una buena persona que sentía estar en el mundo solo para ayudar a los mas necesitados, y eso es lo que hizo, siempre. Por eso me ha encantado encontrarme con Carmen, alguien que es pura bondad, aunque sea en la ficción.
Sabe que nada salvo el tiempo consigue achicar las aguas de ciertas inundaciones. Hay que recogerla cacito a cacito. Se tarda.
✔ Curiosas las comparaciones constantes entre los pensamientos y comportamientos de algunos personajes, y los comportamientos y personalidades de los personajes de tres obras literarias muy conocidas: “La Metamorfosis” de Kafka, aludiendo a la pérdida de la condición humana, a la deshumanización del individuo tratado a través de la metáfora de la metamorfosis, “El Extranjero” de Camus, aludiendo a la aceptación del sinsentido de la vida y “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Stevenson, por la eterna dualidad entre bien y el mal en las personas, la posibilidad de que el bien y el mal puedan coexistir en todos nosotros.
Dice mi madre que no hay personas malas, se odian porque es lo que han aprendido a hacer. Y eso es como la lluvia. Cuando hay un diluvio el agua forma riadas que se llevan por delante todo lo que encuentran, el agua tiene mucha fuerza y es capaz de arrastrar árboles, casas, pueblos enteros. El problema no es la lluvia sino lo que arrastra la lluvia.
✔ Peculiar también la forma de relatar de Men Marías, con tres voces que nos cuentan la historia: una en primera persona, otra epistolar (a través de las cartas, o emails que se escriben Leonor y Lola) y otra en tercera persona. Y esos saltos en el tiempo para explicar algunas cosas del pasado, la novela comienza en noviembre de 2008, día de difuntos, con varios capítulos que ocurren en esa fecha, y va alternando con otros ocurridos, cuatro, seis días atrás, una año atrás. . .
Marina implora misericordia al cielo con los ojos clavados en el infierno. Hay demasiado ruido para que Dios la oiga. Un aroma constante a flores, que se le antojan blancas, como música de fondo, insiste en que no olvide el día de Muertos. La fecha en que Granada es escenario del fallecimiento de Marina Pastrana y del parto de una mendiga más en sus calles.
Resumiendo: “Lo que arrastra la lluvia” es una obra ambientada en plena crisis de 2008 y como tal, encierra mucha crítica social. Una representación fiel y un crudo retrato de la vida de una persona sin hogar, de una forma muy real, tan real que da miedo, que te obliga a reflexionar sobre muchas cosas. Una historia bien hilvanada, bien narrada, con un giro final perfecto, que lo deja todo totalmente cerrado.
El ser humano no es un animal social, es un socio que necesita dinero para no ser un animal.
¿Os recomiendo leer esta novela? por supuesto, sin lugar a dudas, porque la autora escribe bonito y distinto. Sé que he descubierto un tesoro, porque además sus tres novelas negras publicadas son independientes, no forman parte de saga alguna, y eso es genial. Por favor, por favor, por favor, Men Marías, o Carmen Salinas, lo que prefieras, sigue así, no cambies eso, distínguete también del resto de autores de novela negra y no hagas como todos, que aprovechan el tirón para hacer sagas y no tener que idear nuevos personajes, nuevas ambientaciones. Prometo seguir leyéndote, si sigues en esa línea. Ya tengo en mente leer pronto "La última paloma"
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: