El que tema perder su posición dentro del sistema ha claudicado como individuo libre e independiente. Se transforma en agente activo de la explotación y la dominación cuando acepta las reglas de juego del sistema y la organización social, para ser también sujeto pasivo de los acontecimientos más relevantes de su vida al no tener capacidad de decisión sobre los asuntos que la determinarán y condicionarán como un simulacro en el que cree ser participe pero que en realidad sólo es un figurante de una trama espectacular previamente planificada para darle sentido y una supuesta veracidad mediante la complicidad a su existencia.
No hay trampa. Sólo cambia aquel que quiere cambiar constantemente. El que renace a cada instante, el que olvida el pasado y se disuelve en el presente. Su condición no es la del esclavo sino la que le otorga la libertad de su voluntad y conciencia de ser independiente.