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Lo que Bilbao le debe a Mozart

Publicado el 21 julio 2020 por ArÍstides
Lo que Bilbao le debe a Mozart

Bilbao le debe mucho a Mozart, más de lo que en un principio pueda parecer.

La fundación Salomon R. Guggenheim llevaba tiempo tratando de expandirse por el mundo. Tuvo muchas ofertas; unas, con pocas posibilidades de salir adelante, como las de México o Brasil; y otras con bastantes más, como las realizadas por Venecia, Massachusetts o Salzburgo.

El ejecutivo comisionado para llevar a cabo la misión de la ampliación del museo fue Thomas Krens. En Venecia se encontró con la burocracia italiana, en la que los diversos ministerios tenían que ponerse de acuerdo; en Massachusetts, el senador que lideraba el proceso no fue reelegido; y Salzburgo.... Salzburgo tenía todas las cartas a su favor: era una ciudad cultural, bonita y turística. Los austriacos pidieron tiempo: allí primero es Mozart y después es dios y en 1991 deseaban celebrar, como se merecía, el 2º centenario de su fallecimiento.

Bilbao, en los años 90, del siglo pasado, era una ciudad gris y fea, y atravesada por una ría que era una cloaca. Su paisaje industrial era decadente y poco atractivo. La entrada en la UE había ocasionado el cierre de acerías, astilleros, navieras y toda su industria auxiliar. Pero lo peor era que se veía azotada por la violencia de ETA.

En este contexto es en el que los vizcaínos jugaron su particular partida de mus. Lanzaron un envite a Krens. Este americano que antes no conocía, ni sabía situar Bilbao en el mapa, lo aceptó. Cuando le recibieron en el aeropuerto, las autoridades vascas le mostraron la ciudad desde el monte Archanda y después desde un helicóptero. Y le lanzaron el órdago: emplazamiento, el que deseara porque aquello era una ruina industrial; financiación, sin problemas porque el mismo partido gobernaba en el Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco; ejecución de una obra tan complicada: las ingenierías vascas y el comienzo de la obras: cuando quisiera.

Krens tenía un órdago y no era de farol. O Salzburgo, con el centenario de Mozart y todos los retrasos y complicaciones añadidas, o Bilbao, ciudad fea y gris, pero eficaz. Tan eficaz que la obras se ciñeron al presupuesto, se desarrollaron en el plazo marcado y con la calidad deseada.

Gracias, Mozart.


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