Cuando amamos a nuestra mascota, y tristemente muere, extrañamos su presencia, sus juegos, su compañía, su lealtad. Surge entonces el dilema de que debemos hacer cuando nuestras mascotas mueren, como ayudamos a saber llevar esa tristeza a nuestros niños e inclusive a nosotros mismos.
Lo importante es no subestimar esa tristeza.
El Cuerpo de nuestra mascota
No en todos los países existe un registro de identificación de mascotas, en aquellos que los hay, debemos informar del deceso de nuestro animalito, en estos lugares nos indicaran los pasos a seguir con el cuerpo, son lugares que generalmente forman parte de entes sanitarios del municipio.
Si la mascota muere en un centro veterinario, cuentas con que en algunos existen incineradores en los que creman el cuerpo de tu mascota. En otros países existen servicios de cremación para mascotas. Por otra parte algunos países cuentan con cementerios de mascotas, si vives en un país que tiene estos servicios, puedes también hacer contacto con ellos.
Algunas personas prefieren “sembrar” su mascota en el jardín de su hogar. Si decides esto, es importante proveerte de mucha cal, para evitar el mal olor por putrefacción, puedes envolverlo en una sábana, luego en una bolsa y posteriormente colocar cal en el lugar que cavaste la fosa, la que debe ser profunda. Luego si procedes a enterrar el cuerpo de tu mascota.
Cuando nuestro Perro muere por Eutanasia
No es lo mismo que nuestra mascota muera por razones naturales, o tal vez arrollado como suele suceder, a que tengamos que tomar la triste decisión de ayudarlo a morir para que no sufra un dolor o padezca alguna discapacidad que le infunda dolor físico.
Es una difícil decisión que pudiera generar un sentimiento de culpa, y más complicado aun cuando nuestros hijos aman a la mascota de la familia, algunos inclusive en una edad en la que pueden juzgar la decisión.
Lo primero es estar claros, todos los miembros deben comprender que es una decisión de tomar todos, además siempre pensando en el bienestar del animal. Algunas veces se trata de perros muy ancianos que ya no tienen calidad de vida, otras veces de arrollamientos u otros accidentes que comprometen su integridad física y en otras ocasiones, la decisión se debe al padecimiento de una enfermedad crónica.
Lo cierto es que cuando el animal sufre puedes plantearte y todos los miembros en familia, sin ningún tipo de sentimiento de culpa, que deben ayudarlo a descansar su malestar. Algunos veterinarios explican a la familia, que el animal solo va a dormir y que los únicos que van a sufrir, son quienes sentirán sus ausencia.
Lo conveniente es pensar tranquilamente la decisión, asegurarte de que el animalito no va a sufrir.
Cuando Nuestro Perro Muere Como Llevar la Tristeza de Nuestros Hijos
Nuestros hijos en sus juegos y travesuras, siempre “van de la mano” de un cómplice, como sus hermanos, primos, amigos y en muchas otras ocasiones, sus juegos “van de la pata” de sus fieles compañeros, nuestros perros.
Es difícil para todos perder nuestra mascota, pero para los niños de la casa más aún. Podemos ayudar a nuestros hijos a llevar su tristeza, primero con comprensión, no debemos desestimar su perdida. Debes respetar su tristeza.
No le mientas, ayúdalo a poco a poco asumir la verdad, algunos padres prefieren decir que ha escapado y eso les hace mantener la ilusión que va a regresar, otros inclusive tratan de sustituirlo por otra mascota. Según los psicólogos infantiles, todo debe ir poco a poco, pero siempre con la verdad.
Solo limítate a comprender su tristeza, respétala no la subestimes con frases como: “solo era un perro” recuerda que no era un perro, era su amigo. No pretendas sustituirlo, se trata de un cariño, no se trata de un juguete, y los cariños se forman, crecen poco a poco.
Contesta todo lo que te pregunte, hay niños que además de estar tristes por la ausencia de su mascota, comienzan a plantearse preguntas, comienzan la interrogante de si ellos van a morir y cuando, comienzan a conocer la muerte. Es momento propicio para hablarles de la partida inevitable en algún momento de cualquier familiar y ser querido.