En México se construyeron ocho galeones y en Filipinas más de cien. Había magníficas maderas y hábiles artesanos para construirlos pero era preciso armarles: velas de “olona”, Holanda,(1) jarcias de Riga y cabullería de Calatayud, y más lonas para cubrir todo en cubierta. Sebo, pólvora y azufre. Duelas y zunchos de hierro para montar allí toneles. Hachas, clavazón y pernos de Vizcaya; brea, estopa y alquitrán para impermeabilizarlos, por eso eran llamados “los naves negras”. Cascos, celadas y coseletes; azadones, palas y picas. Anclas, ancletas y cables de anclas y más útiles para dotarlos convenientemente.. Urdaneta pidió que fueran enviados unos toneles de cañamones “…que plantados se darán bien, secan pronto y se multiplican mucho”. Lo pedía para hacer xarcias, cuerdas de cáñamo.
Se enviaron para aclimatar habas, trigo, cebada, lentejas, el olivo, naranjos y limoneros. Para ser consumidos: pescado y tocino salado, carne de membrillo, pasas y azafrán además de aceite, vino, quesos, vinagre de Moguer, aguardiente etc.
De la caña dulce nos cuentan que en 1506, “…llevaron de Canarias cañas de azúcar y fueron poco a poco dando y el bachiller Velloso, con algunos instrumentos sacó azúcar”. Procedía de Valencia de donde pasó a Granada, después a Canarias y de ahí a las Indias. A mediados del siglo XVI fray Tomás de Berlanga llevó a México unos plátanos o bananos pequeños que aún hoy se conocen allí por “dominicos”. Interesado en la agricultura fue el primero que potenció el cultivo masivo de tomates.
Se enviaron caballos, mulas, vacas, borregos, cabras y cerdos.. Ramírez de Fuen Real escribe “… convendría que vinieran algunas borricas para repartirlas entre los indios. Hago que les den ovejas y criánlas bien, con gran amor”. Todos los equinos de América además de las vacas y ovejas tuvieron su origen en los enviados desde España. También se introdujeron las moreras y el gusano de seda.
A América y Filipinas había que enviar casi todo porque los cien mil españoles que habitaban allí a finales del siglo XVI y principios del XVII se habían convertido a finales de ese siglo en casi cuatro millones de criollos, mulatos y mestizos que demandaban productos hispanos incluso elementos suntuarios. Entre otras cosas tenían buena acogida las plantas de jardín y los bulbos de flores aunque ahora nos parezca extravagante. También se enviaban cantorales y libros religiosos para dotar las nuevas iglesias y conventos.
Imagen: Galeón cargado. Visto en National Geographic.
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(1) Las velas y lonas viajaban sumergidas en agua salada para evitar que las ratas las royeran.
Una sección de Elisa Gómez Pedraja para Curiosón, 2018