No se ha hablado mucho de la ‘semana fantástica’ que se ha vivido en Holanda donde Twente y Ajax se jugaban los dos títulos nacionales en una semana.
La final fue la semana pasada y nos mostró las virtudes y defectos de ambos equipos: la defensa discreta de los de Preud’Homme, junto a sus brillantes movimientos en ataque mientras que el nuevo Ajax de De Boer se mostró como un equipo ambicioso y dinámico pero con poca consistencia.
Después de la dramática derrota copera, surgían dudas sobre la madurez de un equipo que había experimentado una mejora sorprendente sobreponiéndose a importantes bajas y tirando de cantera, como lo hemos aprendido desde siempre.
Y el partido ya lo vistéis todos: seguramente el más completo de los ajaccied que dominaron casi al completo todas las facetas que definen un partido, 3-1 y el trigésimo título liguero para el equipo de la capital.
Pero me quedo con un par de conceptos que compartió el entrenador con todos. Habló de, primero, el trabajo psicológico que tuvo que hacer a lo largo de la semana para ‘entonar’ a sus jugadores de cara a una nueva (en la práctica) final ante el equipo que le había volteado un 0-2.
Después habló del trabajo de campo para mantener un buen ritmo durante todo el partido, algo que, ya no sólo venía por la pasada final, sino por puntos que se fue dejando en partidos que parecían cerrados o que se complicaban por un inicio titubeante.
Me ha gustado que Frank De Boer, casi novato en esto, vea con rapidez las debilidades de su equipo, las corrija ‘justo a tiempo’ y que no tenga reparo en hablar de ellas públicamente (aunque quedara la duda de cómo lo hubiera hecho desde la derrota)