Conformistas con pasar a cuartos, en eso nos habíamos convertido, en intentar lograr el pase y evitar la maldición. Entre "algandures", tassottis, franceses... toda una vida soñando con esto y, aunque nos ha costado, empezamos a ser conscientes de lo que estamos viviendo.
Lágrimas de emoción que se caen cuando aparece de nuevo en televisión el gol del Tiburón Puyol.
Un pulpo que quiere robar protagonismo, y que en la Eurocopa también predijo y no se hizo tan famoso, nos hace pensar en la grandeza que es una Copa del Mundo de la que somos finalistas.
Gracias al deporte, porque cuando se habla de una juventud sin valores, perdida y sin rumbo, apareces y muestras la realidad.
Una España, la de los que han sacado nuestra bandera sin complejos, sí, la tuya y la mía, esa que tanto se calla pero que siempre habla con gestos.
Una unión que sólo consigue el deporte, ¡¡qué grande eres!!. Porque dejando de un lado los "complejos historicos" que tanto daño hicieron a los españoles de entonces, los españoles de hoy hablan de La Roja por compartir un sentimiento, sin dobleces ni exclusiones. Porque decir que somos grandes y libres no es evocar al pasado sino al presente de un país que se desvive por 23 futbolistas sin maldición y que acabará llorando el domingo gane o pierda, porque esto es inmenso.
La fotografía que ilustra es Historia, nuestra Historia. Lo dijimos en Austria y lo decimos ahora ¡¡PODEEMOOOSSSS!!.
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