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Lo que el viento se llevó (1939), victor fleming. el fin del viejo sur.

Publicado el 21 diciembre 2016 por Miguelmalaga
LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (1939), VICTOR FLEMING. EL FIN DEL VIEJO SUR.
Siendo una de las películas más míticas, de las más visionadas – aunque muchos solo recuerden trozos de la misma – Lo que el viento se llevó requiere una tarde entera ociosa para poder contemplarla en todo su esplendor. La película de Fleming es ante todo la evocación de un mundo que ya no existe con una visión entre nostálgica y fatalista. Las fuerzas de la historia acabaron llevándose por delante el viejo Sur pero, según el film, la esencia de sus valores permaneció prácticamente incólume. 

La protagonista, Scarlett O´Hara, representa como nadie esos valores. Al principio es una niña caprichosa y consentida, la más guapa de las hijas de una rica familia de origen irlandés. La vida de Scarlett es una sucesión de fiestas y de galanteos por parte de los jóvenes del lugar. Pero ella está enamorada del único ser al que considera un auténtico hombre, Ashley Wilkes, que a su vez está comprometido con su prima Melania, un ser bondadoso, dulce e inocente. A pesar de concederle una existencia tan frívola, su padre insiste en una idea que debe quedar impresa de por vida en el cerebro de Scarlett: la tierra es lo más importante, mucho más incluso que el amor. Esta enseñanza le servirá después de inspiración para adaptarse a las nuevas circunstancias y convertirla en una mujer sin escrúpulos.

Pronto llegará un punto de inflexión en la existencia de todos los personajes: el estallido de la guerra contra el Norte. Al principio los caballeros que partirán al campo de batalla se comportan con arrogancia, dando por sentado que van a vencer al enemigo sin apenas esfuerzo. Solo hay alguien que intenta imponer cordura en dicho discurso dominante: el misterioso Rhett Butler, un invitado a una de esas fiestas al que nadie considera un auténtico caballero por su pasado turbulento. Rhett es como Casandra, alguien que conoce el futuro, pero a quien se ignora, aunque, a diferencia de la mujer troyana, a él eso le trae sin cuidado, ya que en realidad se va mostrar como el más inteligente de todos ellos. Al carecer de reglas morales más allá del beneficio propio ni poseer el sentido del honor que se le supone a un caballero del Sur, va a aprovechar el conflicto para traficar con productos básicos y enriquecerse. Solo una debilidad va a quebrantar la solidez de los principios egoístas de Rhett: el amor repentino que siente por Scarlett, un sentimiento fuerte y auténtico, al que le cuesta tratar con el mismo cinismo que aplica a las demás circunstancias de su vida. Al final conseguirá su deseo de casarse con ella, pero a costa de un matrimonio tormentoso, marcado por la imposibilidad de ella de olvidar a un Ashley que ha permanecido cerca de ellos con su esposa después de la derrota.

Ashley es otro personaje fundamental para la película. A diferencia de Scarlett, su amor platónico, la mujer que lucha y sabe adaptarse a las nuevas circunstancias para volver a ser rica, el caballeroso Ashley es incapaz de aceptar que su mundo se ha desmoronado, que su familia ya no representa nada y que su hombría sea puesta en duda en muchas ocasiones. Su mujer, la dulce Melania es un sólido apoyo para seguir adelante, pero carece la fuerza necesaria para volver a ilusionarlo. A pesar de que, al igual que Rhett, él sabía que el Sur no tenía ninguna posibilidad frente al industrializado Norte, Ashley fue a la guerra y puso todo de su parte para evitar el desastre. En ese sentido, nada debería reprocharse a sí mismo, aunque en el fondo esa cuestión le atormente.

Lo que el viento se llevó es ante todo el relato magistral de una derrota absoluta, de la devastación que deja ésta y de la reconstrucción y adaptación que vienen después. Una de sus características más obvias es su antibelicismo. A pesar del retrato edulcorado de la esclavitud – los negros son como niños grandes que deben obedecer a un bondadoso amo mucho más inteligente que ellos - la visión de la guerra que ofrece es absolutamente terrible, con imágenes muy realistas para la época (la desolación de esa estación ferroviaria repleta de heridos y moribundos que no pueden ser atendidos) y tan didáctica que influyó decisivamente en la neutralidad estadounidense al principio de la Segunda Guerra Mundial. Para el espectador actual, la película es una lección de cine, de narrativa y de sentido de la épica. Una obra inmortal e influyente que debe ser visionada más de una vez para apreciar todos los matices de su grandeza.

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