Revista Educación

Lo que es natural

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Lo que es natural

La concepción judeocristiana de la gran parte de lo que nos rodea ha permeado de forma tal que aún seguimos viendo bajo ese prisma cosas que los hechos han desmontado sobradamente. Pero muchas veces nos resistimos a tener otra mirada más abierta y tachamos lo que se sale de nuestra concepción del mundo de errores, excepciones o incluso aberraciones, cuando lo cierto es que, como dice el biólogo Álvaro Bayón en este artículo titulado El síndrome de Morris: mujeres con testículos, a la naturaleza la gusta la diversidad.

Únicamente tenemos que tener claro que todo lo que es posible, así sea un único caso o miles, es por definición natural, para darnos cuenta de las veces en que nuestro concepto de lo natural tiene más que ver con la religión o lo tradicional antes que con la biología: a lo largo de los dos mil años de historia del cristianismo ha sido antinatural la homosexualidad, que las mujeres tuviesen los mismos derechos que los hombres, el aborto, la eutanasia... cuando la realidad biológica es que, si esas cosas existen y se pueden dar en la naturaleza, son efectivamente naturales. Así como tampoco es válida la explicación de "no estamos diseñados para". El hombre no está diseñado para volar, y viajamos por el aire a bordo de máquinas voladoras creadas por el hombre. Volamos.

La homosexualidad existe, como existen hombre con ovarios y mujeres con testículos. Como existen personas que, teniendo un sexo biológico determinado, no se identifican con él. Existen tratamientos y operaciones médicas que permiten a esas personas cambiar su apariencia física para que sexo y género coincidan. Y existen personas que no ven necesario pasar por una mutilación para que el resto de la sociedad le trate con la misma dignidad y respeto con la que trata a los que no se sale de su norma. Porque si existen, forman parte de lo natural.

La discusión sobre los detalles de la llamada Ley trans, sobre su implicación en nuestra visión del mundo, del feminismo y nuestra sociedad no solo es lícita, sino además necesaria. Es necesario evaluar y reevaluar nuestras ideas, confrontar aquello que no comprendemos con lo preconcebido, pero siempre deberíamos tener claro que esa discusión sólo se puede dar desde el respeto más absoluto a los Derechos Humanos; si contamos a nuestro interlocutor como miembro de pleno derecho de nuestra sociedad. Buscar excusas para dejarlo fuera, biológicas, religiosas, ideológicas, políticas o de cualquier otra índole, debería ser intolerable, venga de donde venga. Negando su carta de naturaleza, negamos su identidad y su propia existencia. Pocas cosas hay más alejadas de la izquierda y del progresismo que esa, como lo demuestra con qué sectores políticos e ideológicos se alinean quienes confunden sexo biológico con género.

Para atrás, ni para coger impulso. Los DD. HH. no se discuten.


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