David Robert Mitchell nos traía, hace cuatro años, una de las últimas revoluciones que ha dado el cine de terror moderno: la interesantísima It Follows. Con ella se nos daba a conocer un director con claras intenciones, y bastante talento detrás de las cámaras. It Follows era una especie de renovación ochentera del género, donde el homenaje, lo clásico y lo postmoderno se daban la mano para presentarnos una película de alto valor estético y visual, pero también de bastante fuerza narrativa. Desde entonces, somos muchos los que esperábamos, con ansias, el nuevo trabajo de un director que había sido tan aclamado, con una película independiente, allá por 2014. Ahora, a finales de año, nos llega su nueva obra: Lo que esconde Silver Lake, la primera de gran presupuesto, y donde parece querer seguir reivindicándose como un director de autoría sellada.
Lo que esconde Silver Lake es un neo-noir, ambientado en Los Ángeles, que nos acerca a la vida y paranoia de un personaje que se ve atrapado en una vorágine de misterios (al más puro estilo Hitchcock: hombre corriente que se ve envuelto en desapariciones y asuntos peligrosos que resolver) y que, desde su primera imagen, deja clara una atmósfera de extrañeza que tanto le pega a ese Los Ángeles, cuna de sueños que se convierte en uno de los lugares más pesadillescos posibles. Con claras referencias al cine clásico (su director quiere dejarlo claro hasta en las paredes, llenas de guiños cinéfilos), el Hitchcockniano aire inicial, a lo Vértigo o La ventana Indiscreta, deja paso a un claro aroma Linchyano, donde lo extraño se apodera de la historia, los personajes y el tono, y sin llegar a ser un Mullholland Drive o un Carretera Perdida, la película se enfrasca en territorios cercanos a la ensoñación y el surrealismo.

Haciendo comparaciones con su obra anterior, lo que en It Follows parecía atrevimiento y desparpajo, aquí se delata más como auto indulgencia e impostación. Lo que esconde Silver Lake comienza con gran fortuna, entrometiéndonos en un extraño mundo, que se marca muy bien desde sus inicios, y que nos lleva a momentos de bastante interés. Uno se da cuenta rápido de que se halla ante una obra de grandes aspiraciones que, a momentos, parece que pueden llegar a algo verdaderamente importante. Por desgracia, la película se pierde en su propia impostura y pretenciosidad, dejando ese buen terreno allanado, en el primer tercio de película, en un simple quiero y no puedo, donde el vacío de sus excesivas ideas (rellenadas a base de conceptos postmodernos y de la cultura más pop) se hace tan visible, que el espectador acaba por tirar la toalla, ante esa aparente necesidad de resultar excéntrica e importante en todo momento.

Como toda película que aspira, desde su germen, a ser una obra catalogada de culto, el patinazo y descalabro suele ser mayúsculo, pero la caja de ideas e intentos también la convierten en algo más que un simple vacío. Lo que esconde Silver Lake es divertida, en su, a veces, propio sin sentido. Uno no puede esconder que la película acaba teniendo más puntos negativos que positivos, pero sería falso por nuestra parte no otorgarle cierto mérito a la hora de crear ideas que se quedan en nuestra cabeza, y lo decimos desde la sensación de ser una película que, en definitiva, no nos convenció nada, pero que días después de haberla visto nos sigue viniendo en bastantes ocasiones a la mente. Quizá sea mérito de una abundancia de ideas, que le proporciona a la vez sus mejores momentos, y también los peores. Se nota la necesidad de David Robert Mitchell de expulsar todo lo que creía tener dentro. La desgracia es, que, en su mayoría, lo que tenía dentro, no era todavía lo suficientemente maduro, como idea, para incorporarla a una película que intenta abarcar tantos frentes, y acaba perdiéndose en su propia absurdez.

Es el tercio final de la película donde esta absurdez se eleva, y la capacidad de asombro se convierte rápido en un derroche de imposturas, que llevan al espectador a la sensación de haberse sentido algo engañado. Y no solo porque el final sea algo extravagante, que dentro del resto de la obra no importa mucho, sino porque la sensación que deja es la de haber estado dando vueltas en un cúmulo de ideas que no tenían solución. No es que a uno se le deje con la sensación de haber asistido a la nada, pero sí que quizá no estamos ante algo tan importante como su director se cree. La resolución se antoja infantil y, a su vez, toda la película se convierte así en una especie de capricho de su autor (que parece demasiado enfrascado en sí mismo).

Es una verdadera pena, porque David Robert Mitchell demuestra tener talento en muchas de las escenas e ideas que tiene la película. También demuestra tener cierto amor por este arte, y quizá es eso lo que lleva a Lo que esconde Silver Lake a terminar siendo una película más pretenciosa y vacía, porque parece realizada por un joven cinéfilo que ha querido vomitar, en su primera película, todos sus conocimientos y referencias cinéfilas, que hacen del filme algo de lo más inconsistente. De todos modos, habrá que seguir estando atentos a lo que nos traiga este autor, que, aunque en esta ocasión haya patinado más que acertado, siempre deja ciertas ideas interesantes sobre las que volver y reflexionar. Algo tan difícil como eso no debería pasarse por alto.
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- ##check## Lo bueno
- La atmósfera e ideas lanzadas en su primer tercio de metraje, con ciertos momentos de divertida extravagancia de la historia.
La capacidad de su director de crear momentos de lo más interesantes. - ##times## Lo malo
- Lo excesivo de su director a la hora de querer volcar tantas ideas en una sola película (y no todas buenas, ni maduras).
El vacío que parece dejar al final, donde muchos espectadores quizá se sientan engañados.
La auto indulgencia y egolatría que muestra, en ciertos momentos la película.
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- Ambientación 7.0
- La ambientación resulta de lo más apropiada e interesante. Los Ángeles se convierten en un Lynchiano mundo, donde la normalidad se convierte en pesadilla, y donde las referencias a lo clásico la hacen bastante llamativa (recordando, en ciertos momentos, a esos lugares y hogares visitados por el cine negro).
- Desarrollo de Personajes 5.0
- Lo que en principio resulta interesante, y bastante envolvente, en relación con su desarrollo de los personajes y misterios, acaba por volverse bastante vacío y sin sentido. El recorrido que finalmente hace su protagonista se antoja flojito.
- Argumento / Guión 5.0
- Un guion tan lleno de ideas y disparates extravagantes, que acaba por desparramarse todo en un tercio final que no sabe cómo concluir con coherencia. Se nota en muchos momentos los caprichos de su autor a la hora de desarrollar ideas extrañas que no llevan a ningún sitio (ni argumentalmente, ni tampoco a nivel de sensaciones, como si consigue Lynch en su mayoría)..
- Banda Sonora 7.0
- Una banda sonora que entremezcla lo clásico, esas bandas sonoras Hitchcocknianas, o del cine negro de los años 40, con la extrañeza y atonalidad de la música de Lynch. La mezcla se antoja bastante oportuna y muy bien ejecutada para la obra.
- Entretenimiento 6.0
- A pesar de tener un metraje bastante alargado, la película no llega a aburrir. Finalmente, uno siente haber sido algo engañado, pero también enfrascado en un misterio que, en ocasiones, se antoja entretenido e interesante, a pesar de sus muchos errores.
- Montaje / Innovación técnica 6.0
- El montaje es muy efectivo, y consigue crear una atmósfera general a la película, aunque quizá se parece demasiado a la de otros directores, en concreto a las de Lynch. Por ello, la innovación que la película puede tener resulta algo más descafeinada de lo que podría haber sido.
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- Puntuación Total 5.5 / 10





Trailer:
Fuente Imágenes: Vértigo Films
