Revista Belleza

Lo que escribo (XI): Desapacible Noviembre

Por Gadirroja

Lo que escribo (XI): Desapacible Noviembre Moli del Canyer nos reta a que escribamos sobre el mes que recién se estrena.Así que me senté y me dejé llevar de la mano de Carmela, a ver cómo vive ella este mes ;)


Carmela se subió el cuello del rebecón con ímpetu: al final iba a ser verdad que tardío, pero por fin había entrado el fresco. Acababa de empezar a amanecer y la calle olía a lluvia: esa noche debió haber caído una buena mojá pero ella caía tan rendida en la cama, que ya podrían llover piedras del cielo, que nunca se enteraba de nada.

Caminaba a paso rápido porque aún no había sacado las medias, y el frescor que se colaba por su falda a media pierna no era agradable que digamos. Iba pensando que, en cuanto dejase levantada a Doña Pilar, y tras darle el desayuno, le tocaba bajar rápida a la farmacia porque a la anciana no le quedaban pastillas de las que tomaba para la tensión (y las de la diabetes, y los antidepresivos, y la del corazón…la pobre señora era un botiquín con patas). Esta semana ya sabía Carmela que Doña Pilar estaría rarilla porque siempre que se acercaba el Día de los Muertos, la pobre tenía el ánimo tan nublado como el cielo.

Luego de organizarle el pastillero, le tocaba salir pitando a la parada de bus porque el otro abuelo al que cuidaba, Don Marcelo, vivía en un barrio casi a las afueras de la ciudad y era imposible llegar a tiempo si caminaba. En este razonamiento estaba cuando se dio cuenta que igual no le quedaba bonobús. “¡Ay, qué cabecica!” - se reconvino mientras revolvía dentro de su bolsón, comprobando que su temor era cierto.

Tras almorzar el bocadillo que también llevaba (el frufrú del papel de albal al revolver le recordó que hoy se lo había preparado de filetes de lomo con su pimientito frito y todo y eso la hizo sonreír) y corriendo a la guardería, que terminaba con la hora de comedor y a ella le tocaba limpiarla de cabo a rabo.

Y a la salida, ¡ya de noche! …esto del cambio de hora era una mala idea y nadie le metía mano. Frío, prisas, cansancio y oscuridad…se diría que Noviembre era un mes desapacible como la mañana de hoy y sin embargo, Carmela se sonreía con la calidez de una primavera: la que llevaba en su pecho, desde que su vecina Inés se atrevió a besarla antes de anoche.

Lo que escribo (XI): Desapacible Noviembre
Un cielo de Noviembre, desde mi ventana

Te dejo aquí el post de Molí para que puedas leer al resto de propuestas.

¿Te ha gustado mi relato? 

Gracias por seguir en este viaje. 

 Por muchos momentos bonitos


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